Estaban ahí en el Centro minatitleco los petroleros. Doña Reina Wade repartía besos y sonrisas desde la primera fila. Y en la tribuna del norte llenaban el aire de emoción histórica los maestros de la Sección 32 (¡Equipo! ¡Equipo!, sigue resonando la porra que aún preside desde donde esté el profe Juan Nicolás).
Gaudencio Hernández Burgos se bajó del ladrillo de líder seccional y organizaba las consignas y las olas magisteriales como en sus mejores tiempos de promotor de entusiasmos.
Cuando llegó Sergio al lugar, a tiempo pero retrasado un poco en la entrada por tantas personas que querían saludarlo -y él no niega la atención a nadie, ¿eh?-, los compañeros del micrófono ya habían hecho su chamba y el auditorio se desbarató en una salva de aplausos.
Pero además llegó acompañado de la senadora Geovanna Bañuelos, -coordinadora del grupo del PT- y de muchos muchos diputados, tantos que perdimos la cuenta en 45, pero siguieron llegando más.
La lista completa obra en poder de este reportero, pero no la voy a poner toda acá en previsión del tiempo de la contable lectora y el estrujante lector.
Pero ahí estaba, por ejemplo, Maru Pinete Vargas, del Verde y de Tantoyuca, quien en su momento tomó el micrófono y levantó suspiros por la Reforma Eléctrica que impulsa el Presidente de la República.
Y mientras eso pasaba, la novia de Attolini platicaba con Lord Molécula, que también se apersonó en ese destape sin querer que recogió la voluntad de los miles que ahí estaban, menos los cientos que fueron llevados a un evento unas cuadras más allá, ideado por los genios cuitlahuistas para tratar de boicotear al diputado.
Mañana le sigo porque pasaron muchas cosas y el espacio se llenó por hoy... como el auditorio de Checo.
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