No fue ésa la única ilegalidad que cometió el “responsable” de la política interna de la República. El número dos en la jerarquía del Poder Ejecutivo Nacional viajó a esa entidad a hacer “grilla” en una aeronave de la Guardia Nacional, junto con legisladores de su partido y el mismísimo dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, lo cual potenció la desfachatez hasta el nivel del desvío de recursos públicos para actividades partidistas, por lo cual el Secretario de Gobernación a esta hora ya tendría que haber sido destituido y sometido a proceso penal. Claro, si en este país las autoridades respetaran las leyes.
El cinismo de López Hernández –a quien por esto incluso ya algunos vieron como el verdadero “tapado” de López Obrador, en sintonía con el neoecheverrismo redivivo que representa el actual gobierno- es una muestra de la anormalidad democrática que se vive en el país: según el funcionario, el presidente le pidió “tener cuidado” con sus expresiones, “no vaya a ser que te corran los del INE”.
Pero muy seguro de sí, aseguró que “no me van a correr, pero supongamos que en uno de sus excesos me corran. Pues me voy a parar con Durazo (el gobernador de Sonora, que ha transitado por el PRI, el PAN y ahora Morena) en la esquina de la calle Pino Suárez y Niños Héroes, a decir que es un honor que me corran por apoyar a Obrador”, retó quien con su bravuconería se anuló a sí mismo como interlocutor.
En varios otros puntos del país, Morena y los gobiernos emanados de ese partido organizaron actos proselitistas para promover la consulta de revocación. Pero en ningún lado se puso en acción un operativo de Estado de la magnitud como el que se montó en Veracruz.
Con un operativo de acarreo de personas que haría palidecer a varios de los que el régimen priista llegó a organizar en sus mejores momentos, el gobierno de Cuitláhuac García llenó el primer cuadro de la capital de Veracruz. Y aunque muy lejos de sus disparatados números, que hablan de 30 mil personas, más de cinco mil sí había el pasado sábado por la tarde. Dispendio que por supuesto fue con cargo al erario, al dinero que el gobierno recibe de la sociedad y que debería usar para comprar medicinas, construir carreteras y mantener escuelas en buen estado.
Todos los funcionarios del primer círculo del poder en Veracruz pretendieron hacer como que se convertían en “ciudadanos” con el pretexto del “día de asueto”. Como si el gobernador dejara de serlo los fines de semana. Aunque pensándolo bien, todos los días pareciera que no hay uno.
No faltaron las batucadas y hasta un ballet folclórico en un acto sin contenido alguno, cuyo único objetivo era alabar la figura del megalómano y llamar a votar en la consulta del 10 de abril, con la consabida insinuación a los programas sociales federales: “amor con amor se paga” era el eslogan de la concentración, que también fue aprovechada para “placear” a la que desde ahora ya se cree la siguiente gobernadora de Veracruz, la secretaria de Energía Rocío Nahle.
Como “carne de cañón” para el vergonzante “show”, además de los burócratas a los que se les obligó a asistir a riesgo de perder su empleo, fueron usados los mismos de siempre: las personas de zonas marginadas, humildes, de escasos recursos, que fueron trasladadas incluso de fuera del estado de Veracruz para concretar la prueba definitiva de que el régimen de la “4t” es la misma porquería de toda la vida, que no son diferentes en nada de quienes les antecedieron.
Sin embargo, sí pueden ser peores. La violación abierta y pública de la ley cometida este fin de semana simboliza su esencia autoritaria y cínica y manda un mensaje claro: están dispuestos a lo que sea para perpetuarse en el poder y no tienen escrúpulo alguno para hacer lo necesario para alcanzar ese fin.
El régimen se colocó en un punto de no retorno. Toca a la sociedad defender sus derechos y libertades o retroceder más de medio siglo.
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