Y entonces, acá en Veracruz, como le hacían los otros, las actuales autoridades estatales -quienes dicen que no son como los de antes, pero sí son- fueron a celebrar la Batalla de Camarón, que le ganaron 850 soldados mexicanos a 62 legionarios franceses. Estos últimos lucharon hasta el exterminio, pues sólo sobrevivieron 12.
Nunca entendí qué es lo que celebraban los gobiernos priistas o panistas, pues fue una verdadera masacre del ejército mexicano que le dio sus mártires más preciados a la Legión Extranjera.
Pero los actuales ("nosotros no somos iguales a los anteriores ") igual fueron a la hipocresía de celebrar junto a representantes franceses el ventajismo de derrotar a un grupo que era diez veces menor en número.
Para más, el Gobernador se aventó la puntada de decir que este hecho fue una "lección de espíritu libertario, dignidad y humanismo". Por fortuna se quedó ahí y no trató de explicar esa afirmación, que ni tiene nada que ver con lo que sucedió en Camarón el 30 de abril de 1863.
Pero no contento con eso, mentó la soga en casa del ahorcado porque les dijo a los representantes del país que mandó su ejército para para imponer a Maximiliano:
“No aceptamos las invasiones, tenemos muy claro (sic) la libre autodeterminación de los pueblos. Ningún país puede determinar el futuro de un pueblo,” (resic) “ese gran aprendizaje lo mantenemos como política exterior”.
Digo, si para decir barbaridades son muy buenos.
Y ya mejor ni hablamos de lo que dijo el secretario de Gobierno en su discurso, sobre que el gobierno de López Obrador fue elegido para destruir las instituciones. Lean con cuidado.
La pura pena ajena...
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