El PRI, además, necesita fortalecerse con el fin de tener a sus mejores elementos para las inminentes negociaciones que se proyectan en el imaginario de una potencial Alianza Opositora fuerte para el 2024. No se puede llegar a negociar nada sin elementos y herramientas… sería esperar que por magia les regalen las candidaturas.
El PRI de Veracruz no es solo un puñado de nombres, hay muchos más allá de aquellos que ya han bailado y es mucho más allá de aquellos que han buscado y luchado a la mala, por debajo del agua y hasta por otros partidos sus inconfesables beneficios políticos personales.
Los nombres que actualmente barajan mediáticamente en el PRI para recuperar el poder en Veracruz tienen pros y contras, pero cuando se les ven las contras resulta evidente que a varios de ellos se les ha señalado incluso de jugarle las contras a su partido mediante la creación y financiación de partidos políticos estatales que incluso fracasaron. Por lo que estos deberían pensar muy bien antes de pretender ser de nuevo sus abanderados y pensarlo dos veces antes de embarcarse en proyectos analógicos donde la línea de ahora surgirá de abajo hacia arriba.
Propios y extraños, cada vez que se mencionan los nombres de siempre, generan la misma pregunta “¿¡Qué no hay otros!?”. Y sí, sí hay otros, solo que el entreguismo y la sumisión son parientes del localismo empobrecedor. Así que si no se comienza a pensar en un verdadero cambio de estafetas para las posiciones en disputa, no solo para la candidatura al gobierno del estado, sino para los demás cargos de elección popular, no habrá forma de negociar nada.
Por eso, prácticos como son los jóvenes, tampoco tienen empacho en mencionar nombres de priistas con los que se la podrían jugar para pelear con dignidad la gubernatura en el 2024; los que deberían tomar la nueva estafeta y darle forma al relevo generacional y encabezar la próxima lucha política por la gubernatura de Veracruz, podrían ser cualquiera de los siguientes nombres enlistados en orden alfabetico: Adolfo Mota Hernández, Amanda Gasperín Bulbarela, Anilú Ingram Vallines, Arianna Guadalupe Ángeles Aguirre, Cirilo Vázquez Parissi, Erika Ayala Ríos, Juan Manuel Díez Francos, Manuel Guerrero Sánchez, Marlon Ramírez Marín y Rodrigo García Escalante.
Los anteriormente mencionados por los jóvenes no suenan nada descabellados, al contrario, suenan a una renovación democrática del otrora poderoso partido acostumbrado a la férrea línea de Palacio que imponía una disciplina asfixiante y que le hizo tanto daño en las urnas y provocó la fuga de muy buenos elementos que tuvieron la necesidad de afiliarse a otros partidos.
Los entrevistados hablan, como antes se apuntó, de un decálogo de nombres, algunos surgidos de las bases y de la más reciente renovación de cuadros municipales, distritales y estatales, otros con experiencia política reconocida y otros más que ya han participado en política partidista sin haber recibido la gran oportunidad de encabezar un proyecto político por algún puesto de elección popular.
Renovarse o morir, y por lo que se ve el PRI no desea seguir siendo un partido en peligro de extinción.
Si no se busca un verdadero cambio de estafetas, si se sigue apostando por lo analógico y arcaico, si se sigue negando la necesidad de generar nuevos espacios por la vía democrática, no habrá nada que hacer para el tricolor en el 2024. Como dicen los clásicos: al tiempo.
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