“Es lamentable que unos jueces federales insistan en torcer la ley a conveniencia del presunto homicida solo porque tiene un amigo pudiente. La parte buena es que ese “buen amigo” ya quedó desenmascarado” [sic] “que sirve a la corrupción. Ojalá” [que] “el poder judicial federal” [sic por la falta de mayúsculas) “corrija el rumbo.”
Y también a Eric Cisneros:
“Algunos jueces federales tuercen el camino y enmascaran procurar justicia” (resic por la sintaxis). “En Veracruz somos más los que estamos del lado de las víctimas. No vamos a parar hasta acabar con la impunidad que buscan los que antes eran intocables, a esos” (recontrasic) “que se creen pudientes.”
Afirmar que los jueces fueron convencidos por un personaje pudiente para “torcer la ley” (Cuitláhuac) o acusarlos de que “tuercen el camino y enmascaran procurar justicia” (Cisneros) puede ser materia de un delito, y por tanto ser denunciado.
(Igual debieran sentenciarlos por su agresión a la gramática, pero ése es otro cantar).
Similares aunque de menor gravedad fueron las declaraciones de la Presidenta del Tribunal Superior de Justicia del Estado, Isabel Romero Cruz:
"Ahí se los dejo a ellos, ahí se los dejo a los jueces federales, en ellos pesará dicha resolución.
"Nosotros no tenemos ningún interés político. Nuestro único interés es hacer justicia y justicia a todos por igual, no nada más a los pobres, también a los ricos y a los políticos."
Y la de la Fiscala General de Justicia, Verónica Hernández Giadáns que no compartió el criterio tomado por la mayoría del Tribunal Colegiado y puntualizó equivocadamente que la sentencia emitida no exoneraba a Del Rio Virgen, en un no poco velado desacato a la autoridad de los jueces.
Juegan en el filo de la navaja legal las autoridades veracruzanas en su afán de empatar una discusión perdida.
¿Hasta cuándo le harán caso a las voces prudentes?
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