Millones y millones de mexicanos, seguramente muchos más de los 30 que votaron en 2018 por Andrés Manuel López Bienestar, esperan ver un hecho inusitado hasta ahora en el Gobierno de la autollamada Cuarta Transformación y en su Patriarca, que sería el reconocer que se ha cometido un error.
Este error es visible a ciencia cierta por los reportes diarios de los medios de comunicación masiva y por los indicadores de la violencia en nuestro país, que cotidianamente nos muestran el horror de un país sumido en una guerra civil, la de los delincuentes pertrechados como un ejército contra los ciudadanos inermes, porque las fuerzas armadas y los grupos policiales están contenidos en la pasividad ordenada por la maldita consigna de “Abrazos, no balazos”.
Si se atiende, el número de bajas en los años de gobierno de AMLO, que supera las cien mil personas asesinadas, está conformado por civiles. Nuestros soldados y nuestros policías caídos heroicamente en el combate al crimen representan sin embargo una reducida cifra frente a la de los ciudadanos de a pie que han sido víctimas de la barbarie incontenida del narco.
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“Supera las cien mil personas asesinadas”… la cifra exacta es de 118,192 homicidios dolosos y 3,463 feminicidios, para un total de 121,655 hombres y mujeres fallecidos, según el corte del 20 de junio pasado que ofreció el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Es decir, son las cantidades oficiales, que en todo caso podrían ser menores a la terrible realidad.
Y por eso los mexicanos estamos esperando a que el Presidente de la República se suba a la tribuna en una de sus mañaneras y reconozca ante la nación que equivocó la estrategia contra el crimen, y anuncie que se tomarán medidas extraordinarias para traer de nuevo el orden y la gobernabilidad a México.
Ya se lo ha pedido con valentía el senador de su partido Ricardo Monreal, coordinador en la Cámara Alta de los morenistas que son mayoría; ya lo están diciendo los analistas y los periodistas no chayoteados por el Gobierno (ésos mismos que son acusados precisamente de chayoteros por las plumas y las conciencias compradas de seudocomunicadores y funcionarios encajados en la actual mafia del poder); ya lo exigen las ignoradas madres y los familiares de los más de cien mil (otra vez más de cien mil) desaparecidos; ya lo clama la oposición desde todas sus tribunas; ya lo dicen las personas en la calle, los sabelotodo en el café, los taxistas, los marchantes, los servidores de banqueta.
Qué gratificante y qué esperanzador sería escuchar a nuestro Presidente, con su hablar lento y pastoso, decir al pueblo de México que ahora sí se va a trabajar algo bien, por la paz de todos los mexicanos, y por su vida.
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