Sus detractores le cuestionan falta de experiencia, aunque en sus antecedentes figura que era profesora de educación primaria cuando en 1996 conoció al ahora presidente Andrés Manuel López Obrador, entonces líder nacional del PRD, al cual había seguido en los Éxodos por la Democracia de 1991 y 1994 y luego, en 1999, fue invitada por él a participar en su campaña a la Jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal, tras cuyo triunfo la nombra responsable de Atención Ciudadana, mismo cargo que le asignó al inicio de su administración presidencial en diciembre de 2018.
“¿Cómo terminaste aquí?”, le preguntó la reportera de Milenio hace tres años. A lo que respondió: “Siempre tuve afinidad por apoyar a la gente. Fui maestra de niños que desertaban de la escuela; yo debía buscarlos en la calle y mantenerlos en la escuela para recuperarlos. Siempre tuve ánimo de apoyar socialmente”.
Ese será uno de sus retos ahora como titular de la SEP, ya que alrededor de 5.2 millones de alumnos de escuelas públicas y privadas de todos los niveles educativos dejaron de matricularse en el ciclo escolar 2020-2021 a causa de la pandemia de Covid-19, según documentó la organización Educación con Rumbo. La coordinadora general de Investigación realizada por la asociación civil, Patricia Ganem, indicó que esta cifra convierte a México en el segundo país con mayor deserción escolar, sólo por debajo de Panamá. Ganem subrayó que a pesar de estas estadísticas, aún no está disponible el sistema de información de la SEP, por lo que aún no es posible conocer la situación del país para el ciclo escolar 2021-2022.
Ramírez Anaya proviene de la cultura del esfuerzo. Su padre fue minero y obrero en una fábrica de plásticos y su madre siempre tuvo mucho trabajo como ama de casa porque fueron cinco hermanos.
En 2019 ya pensaba en su legado. Expresó convencida: “Sería el de tratar de entender el servicio público como una oportunidad de dar más que de recibir. Que se entienda que efectivamente hay –existimos– muchas personas comprometidas con que haya paz y tranquilidad en el mundo”.
“¿Cómo te ves en seis años?”, le inquirió finalmente su entrevistadora. “Satisfecha de haber hecho lo que tenía que hacer, de no haber desaprovechado ninguna oportunidad de ayudar a quien realmente lo necesitaba. Siempre está eso con claridad: aquí estamos para ayudar a la gente. Es la única forma de irme tranquila a mi casa”.
Ya veremos qué cuentas entrega en 2024.
BARTLETT, MUY ‘POPULAR’
“Hace dos sábados Manuel Bartlett y su mujer, que no es su mujer, Julia, comieron en el Arturo’s en mesa casi a la entrada. El restaurante lleno y nadie dijo nada, hasta que pidió la cuenta y le empezaron a gritar muchísimos comensales: ‘rateros’, ‘corruptos’, ‘ladrón’, ‘vendepatria’ y se salieron, Manuel jalando a Julia que se puso brava, pero Julia se soltó y bajó de la camioneta y regresó a la mesa de señoras a decirles de lo que se iban a morir. Manuel Bartlett volvió a entrar y agarró una servilleta (como para pegarle a alguien o no sé para qué) y trató de sacarla… mientras, los comensales les seguían gritando a Julia y a Bartlett, sí, al zar inmobiliario. Fue hasta que entró el guarura y casi cargada sacaron a Julia a la fuerza y la metieron a la camioneta con el flamante director de la CFE. ¡Se le volvió a caer el sistema a don Manuel!”.
La versión, publicada en Twitter, es de la periodista Lourdes Mendoza, colaboradora del periódico El Financiero, Azteca, ADN 40, Revista Vértigo, Eje Central y Expansión Política.
La comunicadora es la misma que exhibió también en octubre del año pasado al ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin, cuando a pesar de tener arraigo domiciliario cenaba plácidamente “pato a la Pekín”, el platillo más caro en el lujoso restaurante chino Hunan, ubicado en la avenida Paseo de la Reforma, en la alcaldía Miguel Hidalgo de la CDMX.
Como se recordará, tras el escándalo mediático Lozoya Austin fue puesto tras las rejas por la Fiscalía General de la República.
Pero con el director de la Comisión Federal de Electricidad no habrá apagón ni corto circuito, más que el bochornoso momento que padeció.
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