La industria editorial acaba cada año con cientos de miles de hectáreas de bosques, sobre todo de especies que tienen la madera más dura, como el roble y el arce, aunque las coníferas también son utilizadas para la obtención de papel.
El país que fabrica mayor cantidad de papel es China, con un 27 por ciento de la producción mundial anual. En el top ten se ubican en orden descendente Estados Unidos, Japón, Alemania, Corea del Sur, Brasil (el único país latinoamericano en esta lista), Finlandia, Canadá, Suecia e Italia.
La producción anual en todo el planeta es de 400 millones de toneladas métricas de papel.
Y hay que hacer notar que un grave problema que se presenta con los sistemas de registro electrónicos, es que la gente no les tiene confianza, y por eso se tienen que imprimir millones y millones de recibos, constancias, oficios, textos, etc.
La “oficina electrónica” se ha convertido en la mayor consumidora de papel para impresión, y no se ve el día en el que todos dejemos de imprimir cuartillas y cuartillas o de exigir constancias en físico de cualquier trámite o pago que hagamos.
Es cierto que el papel también se usa para hacer cuadernos, bolsas, toallas y rollos higiénicos, envolturas diversas y muchos objetos más -bueno, ¡hasta el dinero!- pero la industria editorial (libros, revistas y periódicos impresos) es la mayor consumidora de celulosa y por tanto de árboles.
Un mundo en el que los lectores abreven en su computadora, su tablet o su smartphone será un mundo con más bosques. Recordemos solamente que tres árboles procuran el oxígeno que necesita diariamente una persona. Si somos 7 mil millones de seres humanos, necesitamos 21 mil millones de estos robustos ejemplares de la naturaleza para poder respirar plenamente.
Así que cuidado con los libros. Son el objeto más útil que tuvimos para transmitir y preservar el conocimiento humano, pero ya hay que dejarlos descansar… y con ellos al planeta arbóreo.
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