Luis César Menotti, el director general de selecciones de Argentina y el cerebro que apoyó el éxito del técnico Lionel Scaloni, da en el clavo cuando define al conjunto ganador:
"El secreto de este equipo es que juega al fútbol y me pone feliz que respete la historia. Mirá a los jugadores... Se ve que hay una amistad y un compromiso con el equipo, con la selección. Eso hace que esté disfrutando el Mundial.”
La afición argentina, pero también los miles de millones que hacen del futbol el deporte más practicado y visto, ganaron un enorme trofeo gracias la actitud de dos equipos que salieron a hacer arte y magia, a jugar el juego con honestidad -que consiste en dirigir todas las acciones a tratar de hacer goles-.
Hasta los franceses que perdieron debían estar felices, porque dieron todo en la cancha, como dicen los cronistas deportivos, tan poéticos y originales ellos. Feliz debió haber estado Mbappé y no con su berrinche que no le pudo borrar ni el propio presidente francés, Emmanuel Macron, en fin…
Todos pues satisfechos, regocijados, encantados con ese partido que quedará en la historia de las copas del mundo como uno de los más espeluznantes.
Peeeero…
Algo muy malo es que ese partidazo y la dedicación de los mejores futbolistas del universo no pudieron borrar el clima de enfrentamiento que persiste entre los internautas mexicanos y que tanto daña la unidad nacional.
¿Qué creen? Como si estuviéramos en una Mañanera perenne, empezaron a salir comentarios en contra del arbitraje, al que acusaban de parcial a favor de Argentina; fakes que aseguraban que el partido había sido arreglado; que la FIFA y el emirato de Qatar habían convenido que Messi ganara su primera Copa del Mundo; que los jugadores estaban vendidos todos; que…
Una vez más surgió ese sentimiento que tanto daño nos está haciendo como país: el enojo, la confrontación, la diatriba en contra de quienes hacen bien las cosas; la descalificación al adversario, el insulto y la calumnia.
Sólo faltó que acusaran a los victoriosos argentinos de ser neoliberales, conservadores, fifís.
Hasta en el futbol persistió el enojo, el coraje contra los demás, la pugna persistente.
¿Algún día alcanzaremos la concordia?
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