Por otra parte, se organizaron para contratar un servicio de seguridad privada, cuyos agentes hacen rondines constantemente las 24 horas para vigilar las casas.
Y también han hablado con las autoridades y les solicitaron que patrullas de la policía recorran las calles, que por cierto tienen todas nombres de flores (olorosos jazmines, apasionadas rosas, turulatas violetas, estrambóticas gardenias), lo que no ha servido de ninguna manera para apaciguar el ánimo sustractor de los amantes de lo ajeno.
Pero si los pobladores de la Unidad están desesperados, se puede decir que los ladrones lo están más, porque han insistido en seguir robando, pese a tantas medidas de seguridad y a tanta vigilancia atenta tanto de los civiles como de los guardias, privados y oficiales.
La cosa es que no han parado los delitos contra la propiedad privada, y cada vez hay más denuncias contra los maleantes, que persisten en seguir intentando sus hurtos.
Obvio, el trabajo para los malhechores se ha vuelto muy complicado, y por ejemplo el sábado pasado lograron meterse a un domicilio que estaba solo porque sus propietarios habían salido de la ciudad. El ladrón que ingresó lo hizo por el techo y consiguió permanecer un rato dentro de las habitaciones vacías. Sin embargo, como los vecinos ya habían detectado a esa persona sospechosa en los tejados, salieron a la calle, llamaron a los guardias y a una patrulla.
He ahí el motivo por el que los delincuentes no pudieron llevarse nada de valor que fuera voluminoso, y así dejaron dos pantallas, una computadora, un ventilador y varios electrodomésticos que los hubieran delatado.
En fin, en el estado más seguro del país, según pregona el "honesto y extraordinario" Gobernador, la seguridad patrimonial es una utopía y un mito no genial mantenido por la autoridad.
¿Cuándo será el día que las cosas mejoren de verdad?
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