Además, por su participación como seleccionado de México reciben importantes sumas de dinero, de las que no dan ninguna cuenta al Estado mexicano.
Desde ese punto de vista, la Federación recibe una especie de concesión para usar el nombre del país y para comercializar sus actuaciones y sus promociones, y sus directivos y socios no dan cuenta a nadie del uso que hacen y de los beneficios que reciben por esa representación.
Veamos, el equipo se presenta como el representativo nacional y por ello lo que haga bien, pero sobre todo lo que haga mal, repercute en el prestigio de nuestro país ante el mundo. No es la Selección de la Federación Mexicana de Futbol, sino un conjunto considerado nacional, de todo el país, que defiende los colores de México.
Las representaciones deportivas mexicanas ante los Juegos Olímpicos están sancionadas y vigiladas por el Gobierno. Legalmente, deben rendir cuentas al Congreso y a los ciudadanos.
Así que no es exagerado pedir a la FMF que explique por qué se queda con todas las ganancias.
Claro que se les puede llamar a cuentas.
Y ya se están tardando los de la 4T en no hacerlo de inmediato, al calor de la vergonzante derrota que acongojó a tantos mexicanos fanáticos del deporte de las patadas.
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