La comunicóloga se encargó de poner las cuentas claras en un organismo que tenía atrasos, adeudos y disposiciones poco claras. En tres años, Naldy consiguió que el IVAI se pusiera al corriente en los 10 millones de pesos que le habían heredado sus antecesores, y también se pagaron los atrasos que había con el personal y se pusieron al corriente los impuestos.
Interpuso una política de cero tolerancia a la violencia de género y a la discriminación. Durante su gestión, en el IVAI se laboró en un ambiente de cordialidad y respeto.
Naldy Rodríguez fue una especie de sorpresa para quienes no conocían su determinación, su estricto sentido de la justicia y su empecinamiento en hacer bien las cosas. Fue una piedra en el zapato para los que pensaban que se podía gobernar desde la penumbra, sin dar cuentas, sin explicar acciones y decisiones.
Por eso ella confesó en su discurso de despedida que fue “víctima de campañas de mentira y odio” y que enfrentó “también violencia de género.
“Pero no nos rajamos” -dijo con entereza- “y, desde nuestra trinchera, seguiremos trabajando con honradez y cerca de la gente”.
Quedan para la historia de las buenas conciencias sus palabras finales como Presidenta del IVAI:
“Con un profundo agradecimiento cierro esta etapa, una nueva iniciará y deseo que sea de gran éxito para quienes la conforman, pero sobre todo para la Institución, una muy noble pero desafortunada, porque ha estado bajo intereses -a veces mezquinos- de grupos y personas”.
Saludos a esta gran mujer veracruzana, que tiene mucho más por dar a su estado.
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