Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz nació en el pueblo de Tepatepec, Hidalgo, el 22 de febrero de 1963, por lo que tiene 60 años y es de signo Piscis (que es uno de los más sensibles del Zodiaco: son personas con mucha empatía y habilidades para escuchar los problemas de los demás; muy cariñosas, calmadas e intuitivas; tienen muchísima imaginación, lo que las hará buenas en tareas relacionadas con las artes; confían mucho en su instinto y su intuición).
Es de todos conocida su personalidad fuerte y directa, su valentía y su honestidad. Hasta hace una semana, se perfilaba como la abanderada natural de los partidos de la coalición opositora para el cargo de Jefa de Gobierno de la Ciudad de México en las elecciones del año entrante. Sin embargo, el affaire con el Presidente la ha estado catapultando en el imaginario colectivo como una probable candidata a la Presidencia de la República.
Y ha ido creciendo, al grado tal que los ciudadanos empiezan a tomar en cuenta a esta mujer menudita y echada para adelante, venida desde el Valle del Mezquital, una de las zonas más deprimidas del país y con mayor pobreza.
Ella misma fue pobre en su infancia y se fue a vivir a la Ciudad de México en busca de un mejor horizonte, con tan buen resultado que logró convertirse en Ingeniera en Sistemas por la UNAM y después en una empresaria de éxito, al grado que Vicente Fox la encontró a través de sus head hunters y la invitó a que fuera la titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
Poco a poco, día a día, golpe a golpe y verso a verso, la senadora está entrando en el alma ciudadana como una formidable candidata para oponerse a Claudia Sheinbaum. Tiene a su favor su intachable hoja de servicios, su inteligencia reconocida, su claridad de pensamiento y su entereza de carácter.
Si repasamos la lista de los probables, es una de las más capaces, si no la mejor. Y además, la marea en su favor está subiendo como la espuma. Si cuaja, AMLO y su 4T empezarán a temblar.
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