“Un día apareció una mujer en la milpa y dijo: ‘Yo soy la Dueña del maíz, yo soy el grano que entierran, espero que aprecien esto, espero que no me olviden y me celebren muchas costumbres’.”
Pero el maíz ya no es negocio en México y no da para que puedan vivir los que lo producen. El precio de la semilla cayó estrepitosamente en el mundo, y los agricultores mexicanos lo tienen que vender a 5 mil pesos la tonelada, lo que no les alcanza ni para cubrir los gastos de la siembra, de la cosecha, del transporte a los centros de comercialización.
Los principales sembradores están en el Estado de Sinaloa, que es en el país el mayor productor de maíz y de narcos, según se sabe. Ellos elevaron sus demandas al Gobierno de la 4T para que pusiera un precio de garantía de 7 mil pesos la tonelada, con lo que alcanzan a cubrir sus costos y tener alguna módica ganancia con la que sobrevivir.
Sin embargo, el Presidente no los escuchó.
Y por su parte el Gobernador de su estado, Rubén Rocha Moya, se los trajo a la vuelta y vuelta, les echó algunas mentiras para que liberaran el Aeropuerto de Culiacán -que habían tomado en protesta ante el silencio gubernamental-, y luego les pidió que mejor tomaran las instalaciones de tres grandes comercializadores de maíz -Gruma, Minsa y Cargill-, a las que acusó por el precio bajo de este año.
Y ya del apoyo de Segalmex ni hablamos.
El problema sigue latente y lo más seguro es que crezca, porque los productores de maíz organizados de Sinaloa y estados vecinos, que son pequeños propietarios y cultivan una cuarta parte del maíz de toda la nación, van a seguir su lucha, que es por la supervivencia de su actividad y la de sus familias.
El Gobierno está a tiempo de entrar a apoyar a los hombres del maíz y destrabar este problema que tiene el producto que, ya lo he dicho, es el alma de México y los mexicanos (“Tu superficie es el maíz”, La Suave Patria).
Pero están muy ocupados con las campañas de sus corcholatas.
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