En el “Sin tacto” del 14 de abril de este año publiqué lo siguiente:
Dice casi textual el Evangelio de San Mateo (capítulo 7, versículos 15 al 20):
"Cuidado con los falsos profetas, que vienen a ustedes con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus PALABRAS los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el árbol bueno dar frutos malos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que por sus PALABRAS los conoceréis."
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Debo reconocer que he cambiado adrede la palabra original “frutos” por “PALABRAS” y que incluso puse ésta en mayúsculas para hacer más notoria la modificación.
Y lo hago así porque tengo la certeza de que podemos conocer a una persona más profundamente en sus ideas y en sus intenciones si revisamos los términos que más usa en su lengua coloquial o cotidiana.
Con ese fin, me puse a buscar las palabras más presentes en el discurso de Andrés Manuel López Obrador y descubrí las siguientes, que para mí son bastante reveladoras del estilo personal de hablar del Presidente (¿y de insultar, diría?).
Cuando se refiere a sus oponentes, les llama:
Adversarios, autoritarios, burgueses, conservadores, farsantes, fascistas, fifís, hipócritas, intelectuales orgánicos, la mafia del poder, oligarcas, mercenarios, minorías rapaces, neoliberales, neoporfiristas, oligarcas, peleles, provincianos fifís, títeres.
Termino la auto-cita. Bien, pues hoy debo reconocer que el léxico insultativo del señor Presidente se ha visto acrecentado con nuevos términos, sobre todo a partir de las críticas universales que se le han enderezado por su errática actuación frente a la tragedia de Acapulco.
Consigno por lo pronto las palabras: viles, “conservas” (como una suerte de hipocorístico de “conservadores”), politiqueros, politiquerías, malolandia, ternuritas, cañón (en el sentido de “fuerte”, “peligroso”).
Por cierto, todos esos términos nuevos son decantados en automático hacia su propia boca por la corcholata consentida Claudia Sheinbaum, quien repite y repite y repite lo que diga AMLO.
Lo que muchos mexicanos desearían es que López Obrador integrara a su lenguaje y a su espíritu palabras como: empatía, solidaridad, caridad, esfuerzo, ayuda, apoyo, presupuesto, sobre todo para el caso de los 800 mil damnificados de Acapulco que lo perdieron todo y no han recibido ni un apretón de manos presidencial.
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