Me empapé del tema y me dispuse a hablar de Samuel, de su inútil falta de congruencia, de su traición a él mismo y a su palabra.
Pensé primero en hablar de la manera en que el 6 de junio de 2021 llegó a ser Gobernador de Nuevo León, apalabrado por un partido emergente, el Movimiento Ciudadano de Dante Delgado, con el que ya había ganado el 1º de julio de 2018 la elección de Senador, ni más ni menos que contra la aplanadora de AMLO y Morena.
Pero todo eso es de todos conocido.
Así que se me ocurrió dedicarme a describir su matrimonio con Mariana Rodríguez, una guapa influencer que tiene millones de seguidores en sus redes y que le aportó a su esposo la simpatía popular y los votos necesarios para que se alzara con el triunfo en todas las votaciones en las que él participó como candidato.
Pero ese abuso vicario todos lo conocen.
Busqué un hilo original entonces por el lado de su afán de ser candidato de Movimiento Ciudadano a la Presidencia de la República, contra la opinión de su querido compadre el alcalde de Monterrey Luis Donaldo Colosio Riojas. Me dije que tal vez podría decir algo nuevo por encima de los ríos de tinta y de bites que han corrido sobre los devaneos de Andrés Manuel López Obrador y Dante Delgado para dividir el voto en favor a la creciente oposición y darle una ventajita adicional a la elección de Estado en favor de Claudia Sheinbaum.
Pero prácticamente ya está revelado todo sobre el tema.
Busqué y rebusqué en mi mente y mis recuerdos en busca del tiempo perdido y de alguna arista que estuviera aún núbil y me permitiera poner algo sin caer en el ridículo de la repetición.
No hallé nada.
Así que resolví mejor no hablar hoy de Samuel, porque ya todos lo hicieron.
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