Según lo que mostraron el domingo 10 de diciembre sobre una encuesta realizada el miércoles 6, la ingeniera Nahle tiene ni más ni menos que unos muy buenos 47.9 puntos porcentuales contra apenas 26.2 del que sería aspirante del Frente Amplio, Pepe Yunes Zorrilla.
En esa misma información aparece que 9.8% de los electores votarían por “Otro” y hay 16.1% de ciudadanos que aún no deciden.
Lo más que alcanzan a poner los expertos de Massive Caller es que hicieron la muestra sobre mil ciudadanos y que tiene un margen de error de +/- 3.4%, pero no especifican si fue telefónica o en presencia, si se hizo en zonas urbanas o rurales, si se tomaron en cuenta grupos de edad o minorías.
Ya más en profundo, un amigo matemático me pudo demostrar por medio de un algoritmo que los números fueron inventados por alguien que pensó que lo hacía al azar, pero que -como siempre sucede- terminó delatándose por la reiteración de cifras.
Y con esos productos tan mal hechos, tan predecibles, ciertos asesores de la candidata oficial piensan que van a convencer a la experimentada ciudadanía veracruzana. Como varios de ellos no son de aquí, creen que pueden engañarnos a los jarochos, que somos expertos en leer a las personas y en descubrir cuando alguien quiere timarnos.
Las encuestas reales -las que se hacen como instrumentos de conocimiento para plantear estrategias o modificar rumbos, y no como artilugios de propaganda- revelan que en este momento hay un empate técnico entre Rocío Nahle y Pepe Yunes como candidatos, y que persiste una cierta ventaja de la alianza de Morena con el PT y el Verde sobre la coalición del PAN, PRI, PRD y cientos de organizaciones ciudadanas.
Sin embargo, la campaña aún no empieza y está demostrado que el diputado peroteño mejora cada día sus números, mientras la morenista se estacionó en un tope.
¿Encuestas? La única que vale es la de las urnas.
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