—Los conservadores —añadí—, como los llama AMLO y usted repite, en realidad son mexicanos que están preocupados por las barbaridades que ha cometido el presidente López Obrador. No sé qué tanto le crea a su patriarca, pero el país está desecho por donde lo vea. Mire cuántos asaltos y asesinatos hay a diario, cuántas mujeres son violentadas (espero que usted no), las balaceras, los secuestrados… Y luego está el tema de los problemas económicos, y los pésimos servicios de salud y muchas cosas más.
—Pues a mí qué me importa —replicó altanera—. Yo con que reciba mi dinero de López Obrador me atengo, aunque tenga que hacer una cola de dos horas a medio sol para cobrarlo en el Banco del Bienestar. Es que las tarjetas del banco todavía no nos llegan…
—Permítame explicarle, señora, que esos 6 mil pesos que le pagan cada dos meses son un mal sustituto de lo que usted recibía antes en servicios sociales. Recuerde que recibían atención del Seguro Popular y que cada mes les daban las medicinas que tienen que tomar debido a sus problemas de salud. ¿Cuánto gastan usted y su esposo en medicamentos que ya no les surten gratuitamente como antes? Y luego los alimentos cada día están más caros. La cebolla y el tomate por las nubes, los huevos y el pollo…
—Bueno sí, pero también nos acomodamos con lo que nos mandan nuestros hijos de Estados Unidos, gracias a don Andrés Manuel…
—¿Gracias a don Andrés? —dudé— Pero si él es culpable en buena medida que sus hijos se hayan tenido que ir de México, porque acá no hay trabajo. Y luego el dólar cada día está más barato y ustedes terminan cobrando menos pesos, sin contar con lo que les descuentan por el envío, porque el Banco del Bienestar nunca pudo colocar sus tarjetas de débito para los migrantes mexicanos.
—Mire, señor, yo no le quiero creer a usted, pero ya me está haciendo dudar. ¿Y por eso van a marchar los ciudadanos el domingo? ¿No van obligados por los conservadores?
—Obligados, los empleados de Gobierno que tienen que ir a los mítines de las corcholatas o si no los castigan o los corren.
—Ahí tiene usted razón, porque una sobrina mía está harta de tanto que le sacan sus jefes. Bueno, me voy a ir a dar una vuelta con mi viejo el domingo, a ver qué me dicen en la mentada marcha.
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