Ahí en el Salón Ghal de Xalapa, esa tarde estaban todos los de mucho antes, los nombres sobran, y junto con ellos los de antes a secas y los de ahora: priistas sempiternos, panistas convencidos, perredistas supervividos, todos unidos por arte y magia de la urgencia de salvar a Veracruz de sus salvadores, ésos que mintieron y robaron y traicionaron a los ciudadanos que ingenuamente salieron a votar el primer día y domingo de julio de 2018; ésos que les dieron un triunfo que no se merecían y un gobierno que nunca aprendieron a administrar… y así nos ha ido.
Pero Miguel ese miércoles 28 estuvo a sus anchas, como cuando fue diputado y líder partidista y Secretario de Gobierno y un protagonista del glorioso pasado tricolor.
En el ambiente volvió a flotar la concordia de los viejos tiempos: “Hola Miguel”, “Qué gusto, Chóforo”, “¿Cómo estás, don Pepe?”, “Aquí a tus órdenes como siempre, mi extraordinario amigo”, “Hola, primo, estamos de nuevo en un mismo camino”, “La sangre no olvida…”
Así como puede correr kilómetros y kilómetros sin desfallecer, Miguel Ángel hizo muestra plena de su lucidez y su velocidad mental. Con él, la coalición Fuerza y corazón de Veracruz rescató a un Aquiles que está dispuesto a luchar contra todos los gladiadores troyanos al unísono, y que los puede vencer.
De su estro tuvieron muestra los asistentes de todos los partidos y de la sociedad civil que repletaron el salón para escuchar la conferencia magistral. Cuando Miguel se acercó al micrófono, un silencio inmediato y respetuoso matizó su regreso a la tribuna tricolor.
Qué emoción para muchos fue escuchar de nuevo el discurso potente de un orador talentoso; qué alegría reír con su humor ingenioso al poner en su lugar la figura lastimosa del Gobernador que padecemos; qué enseñanza escuchar sus máximas sobre el ejercicio de la política.
Miguel Ángel Yunes Linares será y es el suplente del candidato a Senador Miguel Ángel Yunes Márquez.
Con eso, se completó el trabuco que llevará a Pepe a la gubernatura y que regresará a Chío a su tierra, de la que nunca debió haber salido.
Bienvenido a casa, Miguel Ángel, se escuchó decir…
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