La noticia de su fallecimiento, increíble, repentino y absurdo, elevó hasta las nubes la consternación en la ciudad de Xalapa, y en el Puerto de Veracruz, en toda la zona conurbada y fue llegando a todos los confines del estado, en donde con toda seguridad había un defendido suyo que había logrado salir ileso de las garras judiciales. Porque Fidel tenía fama como litigante de que no perdía ningún asunto, y si perdía no arrebataba -porque no era de Jalisco sino un veracruzano de verdad-, pero lograba explicar las causas de cada causa perdida.
Nadie cree que haya un buen momento para irse de este mundo, pero Fidel se nos fue cuando tanta falta hacía a la cruzada por la democracia. Había tomado como suya la causa del candidato Pepe Yunes y recorría el estado platicando con las mujeres y los hombres de todas partes para explicarles claramente que el estado tenía que gobernarlo uno de nosotros, un veracruzano nacido y hecho en nuestra tierra, no uno mandado a hacer… o una.
Como todos, vi y saludé a Fidel hace unos cuantos días y platicamos de cómo la candidata de Zacatecas no era elegible para buscar la gubernatura de Veracruz porque las leyes se lo impedían y de cómo había recorrido las carreteras olvidadas del estado para poder sentarse a platicar con la gente y decirle de la mejor manera que no se dejara engañar.
Fidel Ordóñez era uno de los valiosos elementos de la campaña de la oposición en Veracruz, representada por la alianza Fuerza y Corazón por Veracruz. Y era uno de los campeones justicieros que daban la pelea legal para que la justicia prevaleciera sobre los intentos de imposición de Andrés Manuel López Obrador y su autoritarismo.
Hemos perdido a un gran amigo. Una lágrima resbala furtiva y se desvanece en el calor intenso de la temporada infernal. Lo recordamos y lo recordaremos con los mejores momentos, que fueron muchos.
Descansa en paz, Fidel, lo mereces.
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