Este movimiento empezó muy veladamente hace meses, cuando se creó la alianza Fuerza y Corazón por Veracruz y Pepe fue elegido como el abanderado del PAN, del PRI, del PRD y de muchos ciudadanos asimilados en cientos de organizaciones civiles, y de otros muchos que no están en ningún grupo pero que confían en el peroteño que ha traído obras y beneficios a todas las regiones del estado, ya como alcalde, ya como diputado local y federal o ya como senador de la República.
Fueron pasando los días y las semanas, y como un goteo incesante y glorificador para nuestra democracia se veía que en un rincón del Totonacapan ciertos indígenas reunidos se manifestaban en favor de Pepe, que en Orizaba y Córdoba algunos obreros se juntaban con el candidato opositor y estaban con él en su aspiración; que un grupo de ganaderos… que cafetaleros en las zonas altas… que piñeros… que asociaciones de mujeres y madres olvidadas por la Cuarta Transformación… que inocentes metidos en la cárcel por la soberbia y la ignorancia de este Gobierno…
La marea fue aumentando, y hoy es una ola incontenible. Todos quieren ver a Pepe porque representa la salvación del estado, el rescate de nuestras libertades.
Levante usted una piedra y encontrará un pepista. Salga a la calle y pregunte a quien quiera. Vaya a un restaurante e interrogue al mesero sobre su intención de voto. No hay forma de que Pepe no gane. Contra una mayoría vasta, no existe manera de robar una votación.
Todos en Veracruz ya están por el paisano. Es el regreso de nuestro orgullo.
(Ah, pero Rocío Nahle dice que lleva 30 puntos de ventaja en sus encuestas, ja ja ja ja).
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