¿Las acusaciones son sólidas? No, ninguna. Son especulaciones hechas por sujetos a los que Genaro envió a prisión y actuaron como testigos protegidos de la fiscalía de Nueva York.
Pero dentro de lo malo, lo bueno para García Luna es que su condena es negociable. Si coopera en la identificación de
políticos coludidos con el narco obtendrá una sustantiva rebaja. Y está que se trepa a las paredes por cooperar.
Para cuando dejó la titularidad de SP, Genaro tenía una abultada cartera con expedientes de los políticos del país (panistas, priistas, perredistas, emecistas, etc.) que están en la nómina de los delincuentes. Pero siguió nutriendo esos expedientes con información de jefes de policía, investigadores, además de contactos, muchos contactos, que le sirvieron en los sexenios de Enrique Peña y Andrés Manuel López Obrador.
Cuando el mes anterior acusó al tabasqueño de tener vínculos con el narcotráfico, no lo hizo de dientes para afuera ni por pura especulación, sino porque supo lo que decía.
Los archivos del exfuncionario (algunos en poder del gobierno de Estados Unidos), son oro puro para las autoridades de aquel país porque cuentan con los elementos para enjuiciar y eventualmente condenar a varios sujetos y sujetas del obradorato, entre ellos al expresidente.
Si Rubén Rocha piensa que la cobija que le echó encima Andrés Manuel lo cubrirá el resto de su existencia, qué errado anda. Si Andrés Manuel intuye que con no pararse por Estados Unidos ya la libró, también anda bien errado. Y si Claudia Sheinbaum cree que el poder presidencial le da la patente de corso necesaria para protegerlos, anda más errada que el sinaloense y el tabasqueño.
En Estados Unidos no se andan con medias tintas cuando se trata de atrapar a un delincuente y ahí está el Mayo Zambada como prueba fehaciente.
Hace unas semanas pregunté refiriéndome exclusivamente al expresidente: Qué va a hacer Claudia el día que Kamala Harris o Donald Trump le digan: ¿me lo mandas o voy por él?
Pero con García Luna cooperando con el gobierno de aquel país, el número de “enviados” por la Presidenta crecerá sustancialmente porque más temprano que tarde ese día llegará.
Y quizá en la frialdad de una cárcel, tanto Genaro como Andrés Manuel se conozcan y hablen entre ellos por primera vez.
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