Fueron demasiadas las advertencias y señales que se enviaron para alertar a las autoridades sanitarias mexicanas y de Veracruz por la llegada del Gusano Barrenador y las repercusiones que esto tendría… y lo único que reinó fueron la indolencia y la pasividad.

Nada hicieron las autoridades a nivel nacional. Nada hicieron a nivel local. Lo único que reinó fue la indolencia y la pasividad.

El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos colocó una pesada losa sobre la ganadería mexicana cuando informó oficialmente, a finales de noviembre, que se había encontrado Gusano Barrenador en el estado de Chiapas en un puesto de control de inspección cerca de la frontera con Guatemala… y aunque eso fue antes del término de la pasada administración, en Veracruz nada se hizo.

Acto seguido, Estados Unidos cerró su frontera al ganado mexicano y puso en jaque a la economía nacional y a la veracruzana, que tiene el hato ganadero más importante del país.

Es tan serio el problema que el primer día hábil de du gobierno, Rocío Nahle lo ocupó desplazándose al Sur de la entidad para instalar una mesa de atención al sector ganadero.

Se tomaron acuerdos de urgencia, como debía ser ante una amenaza tan seria.

Se pactó el inicio de la apertura de casetas zoosanitarias, el establecimiento de un cerco efectivo contra el gusano barrenador y la realización de revisiones periódicas de los avances, dándoles seguimiento en reuniones mensuales hasta que los hatos ganaderos cumplan los estándares de sanidad necesarios.

Lo anterior deja en claro dos cosas.

La primera, que no será un problema de resolución inmediata. México y Veracruz tardarán mucho tiempo en revertir la presencia de la mosca productora del Gusano y que la frontera sur de los Estados Unidos permanecerá cerrada con la consiguiente merma en la economía nacional.  

Y la segunda, que el problema es realmente serio y de alta prioridad para el actual gobierno de Claudia y de Rocío Nahle. 

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