La ENSU también muestra que, aunque los conflictos vecinales disminuyeron —pasando de 35.8 % a 27.5 %—, la ciudadanía no percibe una mayor seguridad. Esto significa que la presencia de marinos en las calles no genera confianza en la población; al contrario, parece acrecentar la sensación de vulnerabilidad. La seguridad pública exige proximidad, sensibilidad social y capacidad de mediación, características que difícilmente se logran bajo un esquema de mando naval.
Basta comparar con lo que ocurre en otras ciudades del estado: en Coatzacoalcos la percepción de inseguridad cayó casi diez puntos, de 79.1 % a 69.8 %. En Veracruz puerto bajó de 63.3 % a 53 % en un año. Ambos municipios, pese a sus retos históricos, muestran avances gracias a un trabajo más cercano entre autoridades civiles y ciudadanía. ¿Por qué en Xalapa no? La respuesta es clara: porque se ha mantenido un modelo rígido y vertical que privilegia el control militar sobre la construcción de confianza ciudadana.
Vale recordar que la propia estrategia federal de seguridad recae hoy en un civil, y que el modelo de policía de proximidad que se impulsa a nivel nacional difícilmente puede prosperar si se mantiene un mando naval en la policía municipal. La filosofía de proximidad requiere oficiales cercanos, confiables y con legitimidad social, no jerarquías militares ajenas a la vida comunitaria.
A lo anterior se suma la paradoja: la Secretaría de Marina atraviesa un desgaste de legitimidad, pues coyunturalmente se le vincula al denominado huachicol fiscal, un escándalo que mantiene en jaque a empresarios, marinos y funcionarios.
Xalapa requiere una policía municipal con mando civil, profesionalizada y cercana al ciudadano. Lo contrario será insistir en un modelo fracasado que ya mostró sus límites.
Al tiempo.
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