Otro evento trágico fue la Interacción del Frente Frío No.5 y la Depresión Tropical No.11, que se presentó del 4 al 6 octubre de 1999 y “que afectó principalmente a las cuencas del Tuxpan al Nautla, con efectos catastróficos en Puebla, Hidalgo y Veracruz.
“Las lluvias acumuladas alcanzaron valores de hasta 995 mm en Tenango (Huauchinango, Pue.) y más de 500 mm en varias estaciones de la cuenca del Tecolutla. Es considerado uno de los eventos más devastadores en la historia reciente de la región, tanto por la magnitud de la precipitación como por sus impactos sociales y económicos.”
Y ahora pegó de manera inusitada el monstruo líquido que nos cayó entre el 7 y el 9 de octubre, que “estuvo asociado a una vaguada persistente sobre el Golfo de México, que favoreció la formación de nublados de gran desarrollo vertical y precipitaciones continuas.
“Las lluvias se extendieron por tres días con acumulados superiores a 500 mm en la zona norte del estado, destacando Coahuitlán, Ver. (540 mm), Huauchinango, Pue. (487 mm) y Xicotepec de Juárez, Pue. (468.9 mm).
Debido al cambio climático, los aguaceros y las tormentas nos pegarán cada vez con mayor fuerza y determinación. Una vez más los desbordes inmisericordes de los ríos nos agarraron desprevenidos, porque el sistema de Protección Civil estatal también padece el síndrome de la Cuarta Transformación y se volvió inservible.
Para los diluvios que vienen es urgente que nos preparemos como sociedad, de modo que no sean necesarios más héroes y más milagros y podamos afrontar de mejor manera con el arma benéfica de la prevención, las tragedias naturales que nos tiene escrituradas el diablo.
(Con información difundida por la licenciada en Ciencias Atmosféricas Jessica Luna, de la Delegación de Conagua de Veracruz).
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