A principios de 1992 –hace poco más de 24 años–, cuando a sugerencia del presidente Carlos Salinas de Gortari el entonces diputado federal por Huatusco, Miguel Ángel Yunes Linares, vino a Veracruz como presidente del CDE del PRI y coordinador de la campaña electoral del candidato priista a la gubernatura, Patricio Chirinos Calero, ex titular de la SEDUE y el veracruzano más cercano al Jefe del Ejecutivo federal, el actual gobernador Javier Duarte de Ochoa apenas tenía 18 años cumplidos y empezaba a estudiar la carrera de Derecho en la Universidad Iberoamericana.
Quién sabe si Duarte supo cuál fue la misión encomendada por Salinas a Yunes Linares. Pero si no se percató de ello entonces fue un mal asesor de la Coordinación General para la Promoción de la Participación Social en la Secretaría de Gobernación, primer cargo con el que inició su carrera pública en 1995.
Yunes, como ya todo mundo lo sabe –incluidos muchos perredistas que en esta elección lo apoyaron en su alianza con el PAN para llegar a la gubernatura–, fue el brazo ejecutor de Salinas para reprimir y contener en Veracruz al movimiento democrático nacional que encabezaba el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien en julio de 1988 había sido despojado de la Presidencia de la República mediante el fraude electoral que el priismo salinista consumó en contubernio con el partido blanquiazul.
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Ahí están las estadísticas electorales del sexenio de Chirinos, en cuya primera sucesión municipal, en 1994, el PAN ganó sorpresivamente las principales cabeceras distritales –el puerto de Veracruz, Papantla, Córdoba y Orizaba, entre otras–, erigiéndose en la segunda fuerza electoral del estado y desplazando al PRD, partido fundado por Cárdenas en 1989.
En pago a ese supuesto mérito es que Yunes pretendió suceder a Chirinos, pero sus enemigos políticos, encabezados por el entonces diputado federal por Boca del Río, Fidel Herrera Beltrán, descarrilaron su proyecto al operar la primera debacle electoral priista en la elección municipal de 1997, en la que otra vez instalado en la dirigencia estatal del PRI perdió más de la mitad de los 210 ayuntamientos que por esas fechas existían en Veracruz.
En ese proceso electoral se reposicionó el PRD en una alianza de facto con Convergencia Democrática, recién fundada como asociación política nacional por el ex gobernador Dante Delgado, quien permanecía en prisión procesado por una serie de presuntos delitos contra la administración pública, pese a que la acción penal ya había prescrito.
Ahora, como gobernador electo, Yunes parece haber vuelto con la misma encomienda: contener en Veracruz al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) que lidera Andrés Manuel López Obrador, el cual representa un peligro para los intereses políticos y económicos de la oligarquía que pese a la alternancia en el poder siguen protegiendo los gobiernos emanados del PRI y del PAN.
Obsesionado en su pleito ranchero contra el ex priista, Javier Duarte pasó por alto el presunto acuerdo tácito que Yunes y la dirigencia nacional del PAN mantienen vigente con Peña y el grupo de poder encabezado por Salinas que en 2012 llevó al mexiquense y al PRI nuevamente a la Presidencia de la República, luego de que la candidatura de la panista Josefina Vázquez Mota no garantizaba desplazar a López Obrador.
Por eso no fue casual que en su primera carta abierta dirigida el 27 de junio al Presidente de la República en la que le hizo un enérgico llamado para que interviniera en Veracruz y frenara al gobernador Javier Duarte, a quien acusó de que “se ocupa sólo de blindar su salida y terminar de destruir las finanzas del estado”, Yunes Linares le recordó al priista mexiquense que “cuando usted recibió el Gobierno Federal de manos de un gobierno emanado de otro partido político el periodo de transición se caracterizó por la responsabilidad y el respeto a la vida institucional”.
El 24 de febrero de 2010, por ejemplo, el presidente Felipe Calderón reveló que en enero conoció y ordenó al secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont –ex abogado de Raúl Salinas de Gortari–, cumplir unos acuerdos con el PRI sobre la negociación del paquete económico del Ejecutivo a cambio de que el PAN no se aliara con el PRD en las elecciones del Estado de México. En marzo de ese año, en una entrevista de televisión, la dirigente priista Beatriz Paredes confirmó que, en efecto, ella había firmado un documento con el líder del blanquiazul César Nava. Uno de los testigos fue el secretario de Gobierno del Edomex, Luis Enrique Miranda, actualmente poderoso subsecretario de Gobernación.
Con ese acuerdo se buscaba blindar a Peña, quien no podía perder su entidad en 2011 ya que se perfilaba como el aspirante más fuerte del PRI para la sucesión presidencial de 2012.
Por eso, en la charla que hace tres semanas sostuvo Peña con un grupo de periodistas, en la que el columnista Ciro Gómez Leyva le dijo que por hoy no se ve un candidato fuerte que pueda vencer a López Obrador, quien contaría con un voto duro de 15 millones, el Presidente, muy seguro, le respondió que “el México sistémico, institucional, es más grande que el antisistémico, porque son millones más los mexicanos que expresarán su defensa por un país con visión de futuro, de libertades, responsabilidad económica y reformas estructurales”. Y hasta le recomendó que leyera la trilogía “El Africano”, de Santiago Posteguillo, sobre todo el capítulo en el que Publio Cornelio Escipión derrota a Aníbal Barca, otro gran general cartaginés del siglo III antes de Cristo, subrayándole “lo cerca que estuvo Roma de caer en manos de los que representaban valores opuestos”, en supuesta alusión al líder de MORENA y su cruzada antisistémica por la Presidencia en 2018.
¿O a poco fue ocurrencia que Peña sacara de la CFE y mandara al CEN del PRI a Enrique Ochoa Reza, a quien en la elección presidencial de 2012 Luis Videgaray le encargó la exitosa estrategia anti Peje? De ahí que Yunes Linares derrotó a Duarte desde que en la campaña sembró la intriga de que el gobernador priista tenía un pacto con López Obrador, cuyo partido ganó más votos y diputaciones locales que el PRI el pasado 5 de junio.
Ahora su primo hermano y ex candidato del PRI, Héctor Yunes Landa, quien también en campaña declaró que sabía que el abanderado de MORENA, Cuitláhuac García, tenía encuentros furtivos en la Casa Veracruz, reiteró este martes en una entrevista radiofónica que Duarte y su operador electoral Gabriel Deantes apoyaron al diputado federal xalapeño y que inclusive sabe que el mandatario veracruzano está presionando a varios alcaldes priistas, a los cuales “dio línea” para que en 2017 saquen por lo menos a 60 presidentes municipales por el partido de López Obrador.
Pero el año próximo Duarte ya no estará en el poder sino Miguel Ángel Yunes, cuya encomienda de quienes le allanaron el camino a la gubernatura fue precisamente la de contener al Movimiento de Regeneración Nacional. ¿Podrá… o se repetirá la debacle municipal que como líder priista sufrió en 1997? |