Hace unos días Salma Hayek expresó que México le entristece, que el país necesita un candidato que le devuelva la dignidad, entonces recordé la canción “Como un títere” que canta Amanda Miguel, toda proporción guardada: “… muchas veces he intentado hacerme fuerte y olvidarte/ me da rabia porque casi se perdió mi dignidad sin embargo/ como un títere me dejo manejar/ y todavía yo me pregunto por qué camino se llega a ti/ vivo muriendo muertes pequeñas y esta agonía no tiene final/ sé que te pierdo y tengo miedo/ si no es contigo, no quiero vivir…” ¿Dónde viviremos si no?
Y la actriz Hayek agrega: “Es un caos. Tan bonito, la gente siempre tan alegre y ahora está triste, con miedo y con sobrada razón. La gente vive torturada psicológicamente. Lo veo con mucha tristeza; siempre con mucho amor y siempre está presente en mi vida, pero se siente. Y a veces lo ves más cuando estás afuera, cuando no estás en tu tierra”. A mí me da también tristeza, pero mucho más coraje, ¿qué se puede hacer? Los caminos disminuyen, se acortan, los horizontes se ausentan. Por eso a veces mejor mando todo por un tubo y me río, hay que continuar en la lucha y no dejar que los pocos derroteros que quedan se nos vayan de la mano y se lo apropien las autoridades nefastas, el crimen organizado, los malandrines de cuello blanco, el Dios sin Dios de nuestros tiempos, sin ponerme de mamila con tantos pensamientos baratos. Ahí está la realidad: un México perdido.
Mejor me río, le echo ganas a lo mío, lo comparto, ayudo, respaldo, y construimos, y vuelvo a entristecerme y vuelvo a carcajearme. ¡Viva México, cabrones! ¿O no? Por lo pronto les dejo lo siguiente, que pasó en tiempos de Calderón, pero no ha cambiado mucho: “Es obvio que en el DF, el Presidente tiene protección del EMP, chofer, helicóptero, avión, limosinas, etc... Pero cuando está en Morelia, allá en su tierra, al Presidente le gusta manejar él mismo, y como es una ciudad más tranquila, a veces el EMP lo deja. Dicen que esa vez, al Presidente Calderón ya le quedaba poca gasolina, así que se paró en una gasolinera y pidió que le llenaran el tanque. Para su sorpresa, se dio cuenta que ni cartera traía. ¿Quién necesita efectivo cuando el Gobierno Federal, regularmente, se hace cargo de sus gastos? Así que ahora tenía un problema: Calderón quería cargar 600 pesos de gasolina, pero no tenía con qué pagar. Tranquilo, Calderón le dice al empleado de la gasolinera: "Mira, no traigo dinero, pero no te preocupes, yo soy el Presidente de la República, y te garantizo que alguien vendrá a pagarte". Tal vez en un espíritu LópezObradorista, o tal vez porque el empleado no podía ni siquiera pagar una televisión, pero el empleado no lo reconoció como Presidente. "¿Y cómo sé que realmente eres el Presidente de México?", "¿qué puedes hacer para probarlo?", le preguntó el empleado. Entonces, Calderón se quedó pensativo por un buen rato, hasta concluir: "No, pues no se me ocurre nada, realmente se me dificulta pensar en algo..." A lo que el empleado le preguntó: "¿De la verde, o de la roja, señor Presidente?"
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