Cierto, la convocatoria no fue lo que se esperaba, muchos menos miles de los que en redes se manifestaron fueron los que acudieron a la cita, sin embargo la intención no puede minimizarse, no puede ser pasada por alto con base en la cantidad de asistentes.
La exigencia: “Que renuncie Peña Nieto” es una muestra de los sentires de una sociedad agotada de un ejercicio gubernamental altamente cuestionable; permite vislumbrar los niveles de hartazgo existentes. #renunciaya, #sobranlosmotivos o #renunciaEPN fueron hashtags que convocaron sin partido o grupo determinado, impulsados por el sentir presente en la cotidiana virtualidad de las redes sociales.
Las redes se han plantado como un gran muro virtual de las lamentaciones que si bien nos muestran una tendencia de opiniones y sentimientos de millones de usuarios, no necesariamente se vinculan a la construcción de compromisos y acciones concretas organizadas ante abusos, ejercicios y comportamientos fuertemente señalados en ellas.
La marcha “renuncia Peña” es otra gran intentona, como lo fue el movimiento “Yosoy132”, de salir del espacio de la red y presentarse en la calle y hacerse patente y allí está un dato muy importante.
Las redes sociales son ese increíble amplio mecanismo de comunicación que ha servido para orientar movilizaciones que han puesto en jaque a gobiernos y personajes en el mundo, que han facilitado la información y definido toda una nueva forma de expresiones presentes en un mundo de calamidades y desigualdades sociales, sirviendo para acercarnos al reconocimiento o no de nuestros problemas no solo locales sino globales.
Pero también en las redes sociales encontramos la oportunidad de la desinformación y la calumnia, de la opinión coyuntural sin compromiso, de la descarga de nuestros desafectos; desde la protección del anonimato se pueden armar denuncias efectivas y urgentes que por la inseguridad requieren no tener rostro ante los miedos existentes, pero a la vez permiten las exageraciones o las ofensas cobardes para la provocación y la calumnia. Como muchos otros aspectos de la vida cotidiana de los seres humanos, las redes sociales deben ser tratadas con cautela y responsabilidad.
Son las redes sociales una de las paradojas del mundo postmoderno. Nos proporcionan la oportunidad de la vinculación personal inmediata hacia cualquier parte del mundo y sin embargo en muchas ocasiones nos separan, al sumergirnos en un mundo virtual que nos aísla del humano que está a nuestro lado, de la realidad circundante; la actual virtualidad de las relaciones personales trastoca la esencia de los valores de cercanía de las anteriores, pues perviven y se alimentan separadas, alejadas del contacto personal, aunque se oigan, se vean o se escuchen, siempre media un vehículo electrónico que lo permite y sin éste, no existen.
Para bien o para mal mucho del debate político pasa por las redes sociales y la marcha por la renuncia de Peña Nieto lo refleja. En nuestro país el posicionamiento de reivindicaciones a través de las redes crece y esperemos supere su utilización inmediatista y sea un real poder para que, con la exposición viral de hechos, se realicen los cambios urgentes. Que realmente la rapidez de la información ayude a estimular la participación ciudadana contra las malas prácticas, que con las redes se acompañe la lucha contra la corrupción y la impunidad.
México enmedio de su crisis requiere mucho más que utilizar las redes como un espacio de quejas y burlas, donde te fugas de la realidad para vivir en la virtualidad, como la vasija de los desahogos. Las redes son también la oportunidad para democratizar la información y para la construcción de ejercicios para el razonamiento y la formación de opinión. Su impacto debe ayudar a la socialización de ideas y propuestas que nos doten de mejores capacidades para influir positivamente en nuestro entorno.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
En Veracruz la inseguridad, la violencia y el terror a la alza; las respuestas solo están en los twits. Dicen que con eso basta y sobra. |