Las declaraciones que a este respecto ha externado el gobernador electo Miguel Angel Yunes han sido contundentes. Su reiterado compromiso de aplicar la ley, reestablecer el orden y la paz social en la entidad, ha constituido un respiro de alivio para los veracruzanos, luego de muchos meses de venir padeciendo la brutal embestida de la delincuencia organizada que ha bañado de sangre la entidad ante la nula respuesta del gobierno de Duarte.
Hoy, el tejido social de Veracruz se encuentra grave y su gradual recuperación dependerá, de inicio, de que se aplique todo el peso de la ley a los responsables del caos que hoy vive la entidad, al igual que la reparación del daño. Se trata de hacer valer la ley y de resarcir a los veracruzanos del saqueo brutal del que han sido víctimas.
Cualquier tecnicismo legal o argumento político en contra, solo empeorara las cosas. La población de Veracruz hace mucho que supero el cansancio, viviendo desde presa del temor, el dolor y la impotencia, ante la indiferencia de un gobierno envilecido que hasta el último momento solo buscó beneficiarse a costa del Estado. Su salida, en pleno proceso de transición gubernamental, tampoco es garantía de algo positivo. Habrá que estar alerta.
La designación de Flavino Ríos Alvarado como gobernador sustituto durante los 48 días faltantes para el arribo del nuevo gobierno, ha atendido claramente a un criterio pragmático. La experiencia y oficio político de Ríos Alvarado, quien venía fungiendo como Secretario General de Gobierno, un hombre institucional, lo convierten –dirían los más críticos- en el menos malo, para hacerle frente a la crisis de gobernabilidad que vive el Estado. Bien por todos que sea él.
Pero ¿Cuáles son los riesgos derivados del vacío de poder que enfrenta Veracruz en pleno proceso de transición gubernamental? Vacío de poder que vive la entidad desde hace meses, que difícilmente podrá revertirse antes del arribo del nuevo gobierno. El vacío de poder siempre es un riesgo, pero más aún en una coyuntura de transición gubernamental caracterizada por la polarización y el enfrentamiento. No perder esto de vista.
Otro riesgo es el ánimo crispado de la gente, desesperada porque no hay un solo ámbito en la vida de nuestro Estado que funcione de forma más o menos aceptable. La falta de empleo, la pobreza, pero sobre todo la escalada de violencia delincuencial a lo largo y ancho del Estado ha sumido a la población en un estado de desánimo, impotencia y crispación ante la menor provocación.
La suma de estas dos situaciones constituye un auténtico polvorín que podría correr el riesgo de incendiarse si surge una chispa en los días por venir, sobre todo cuando hay gente a quien le convendría provocar el incendio.
A río revuelto ganancia de pescadores, dice el dicho, que en el caso de Veracruz habría que adecuar diciendo: ganancia de saqueadores. Este es otro riesgo que no podemos perder de vista. .
A partir del primero de diciembre el gobierno de Miguel Angel Yunes empezará, sin duda, a revertir la baja moral y la desconfianza de los veracruzanos tras años de descomunal exceso y abuso gubernamental en la mayor impunidad. La premisa de su gobierno será llevar ante la justicia a los responsables, pero su reto mayor será conseguir que tirios y troyanos se sumen al propósito común de recuperar a Veracruz para beneficio de los veracruzanos. Un reto de gran calado.
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