Ello viene a cuento ante las grandes lecciones que dejan los dos peores sexenios gubernamentales que ha tenido Veracruz en los últimos tiempos. Viene a cuento ante la avalancha de comunicadores hoy fieles seguidores de lo que ayer defenestraron, y viene a cuento ante el inminente cambio de reglas de juego entre la prensa y poder.
Nuevas responsabilidades de cara a la opinión pública habrán de asumir líderes de opinión, gobernantes y gobernados en favor del nuevo Veracruz que decidió poner fin a una larga pesadilla, arrancar una etapa bianual de transición y permitir la entronización de una normalidad democrática a partir del 2018.
Al pasado hay que ponerle un cerrojazo una vez que se haya consumado la estricta aplicación de la justicia que exigen ocho millones de veracruzanos contra los depredadores del estado Javier Duarte y Fidel Herrera y sus equiperos cómplices enriquecidos de manera tan desmesurada como ilegal.
Pero no olvidemos la lección.
Hay que darle vuelta a esa página y asomarnos al estado de desastre económico, político y social en que estamos inmersos y estar preparados para iniciar nuevos procesos de selección de aspirantes a cargos de elección popular, entre ellos, la renovación gubernamental cuyo “destape” estará produciéndose en no más de 13 meses.
Este 10 de noviembre arranca el proceso de selección de aspirantes a las 212 presidencial municipales y 12 meses después, amén de la presidencial y el congreso, sobrevendrá la puja por la gubernatura.
¿Estamos preparados?
El escenario se antoja complicado dado el justo afán federal persecutorio contra Duarte y los duartistas que contaminarán las primeras acciones del gobierno de Miguel Angel Yunes Linares, presto a abrir la caja de pandora una vez que aperturen oficinas y escritorios.
El segundo valladar será, sin duda, el breve gobierno de 24 meses que habrá de verse inmerso en cuatro elecciones intermedias –municipales, estatales y la presidencial- que en modo alguno habrán de alterar el ritmo de un gobierno en plena reconstrucción de su tejido social.
Luego las divisiones políticas.
El proyecto de un caído PRI, un pujante y serio rival, Morena, una alianza PAN-PRD, todos con ases bajo la manga –Pepe Yunes, Cuitláhuac García y Miguel Angel Yunes Márquez- en modo alguno meterán ruido al afán del nuevo gobierno empeñado en poner orden en las finanzas, regresar la seguridad a Veracruz e iniciar el proceso de activación del campo, mejorar la salud ciudadana, ordenar la educación y regularizar enormes déficits, proteger a sus ancianos…etc.
Esos son los grandes retos del nuevo gobierno que se entendería habrá de trabajar tiempo record para enderezar el barco, legitimarse como opción única de gobierno y repetir si es que se mantiene como la mejor opción.
Mientras para la federación quedará marchar al epílogo sexenal con cierto decoro para no llevar de nueva cuenta la silla presidencial a la oposición.
Hoy que en la casa presidencial lanzan cohetones al perseguir a los malosos y corruptos, siguen amnésicos al reclamo social por el olvido de Veracruz por 12 años; por permitir que las peores bandas delincuenciales impusieran sus reinos a sangre y fuego y se taparan los ojos ante tan brutal saqueo a las arcas públicas.
Y si bien el pueblo veracruzano ya cobró, en parte, al darle a la oposición la estafeta local del poder, el voto de castigo sigue ahí presente y habrá de manifestarse en las urnas en las siguientes elecciones.
Ello a menos que la reconstrucción del partido que durante 86 años se mantuvo en el poder, oferte un cambio real –mejor que el de sus contendientes- y que los resultados del gobierno de transición de Yunes Linares sean insatisfactorios.
El PAN-PRD es, sin duda, la primera fuerza, pero con corta distancia están el PRI y Morena de cara a nuevas jornadas comiciales en donde las propuestas traen de todo, menos gorras, playeras, ni compra de voto, dado el empobrecimiento del estado y la federación.
Habremos de dar tiempo al tiempo en toda esta sucesión de acontecimientos en donde la estafeta de la carrera la lleva el gobernador entrante que, a su modo, dobló a la Fidelidad y a la propia Federación.
¿Habrá luna de miel entre Peña Nieto y Yunes Linares?
Los hechos hablan por sí mismos. En diez días el centro hizo lo que no quiso en un sexenio: tumbar a Duarte, perseguirlo –a él y su familia- fincarle responsabilidades a sus cómplices y dar luz verde a Miguel Angel Yunes.
Tiempo record.
Hoy, el más lerdo entiende que la política es de negociaciones; que a ambas partes conviene que no se cimbre a México, dirían los clásicos, y que esos 11 mil millones de pesos que pidió el pobre de Flavino se los entreguen pero al nuevo gobernante para levantar de las cenizas a Veracruz.
Se vienen pues tiempos de observancia y nuevas decisiones, estas ya a nivel local.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |