De inmediato escribí esta columna y solté la primicia de manera contundente y sin matices. Me criticaron aquellos cuyo corazoncito latía por distintos aspirantes. Vino Manlio y lanzó señales que pocos quisieron ver. Semanas después se confirmó la candidatura.
Una semana antes del 5 de junio, basado en encuestas de empresas serias y en sondeos personales y directos a veracruzanos que entrevisté y que me declararon por quién iban a votar, anticipé que Miguel Ángel Yunes sería el próximo gobernador.
Hasta de “traidor” me calificaron algunos amigos. Como si decir la verdad fuera traición.
Hoy, a unos días de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, aún hay ilusos que suponen ganará Donald Trump. Incluso comentaristas de renombre, como Ciro Gómez Leyva y otros, así lo creen… o lo desean.
Si a Adolfo Hitler lo hubiesen frenado a tiempo, se habrían salvado millones de vidas, empezando por los judíos que sucumbieron en el holocausto. Trump es un moderno y peligroso nazi que aspira a gobernar la nación más poderosa del planeta.
Hillary Clinton no es la mejor. Aun así, es preferible antes que otorgarle el poder a un enloquecido Trump que, como Hitler en su tiempo, puede llevar al mundo a una catástrofe.
Por fortuna las encuestas dan ventaja a Hillary y me atrevo a vaticinar que los escasos puntos que lleva arriba, aumentarán y lo derrotará por amplio margen.
Todo indica que este individuo, declarado enemigo de México, China y de otros países, será arrasado y perderá la elección, el próximo martes 8 de noviembre.
Así que no se preocupen, lectoras y lectores, si tienen parientes y amigos trabajando en Estados Unidos. Trump no será presidente y no hay riesgo de deportaciones masivas. Tampoco habrá muro. |