Entrado el fin de semana, el senador José Francisco Yunes Zorrilla, presidente de la Comisión de Hacienda en el Senado de la República desató una polémica al criticar, primero, la propuesta del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares de analizar la posibilidad de desincorporar fiscalmente a Veracruz de la federación y, segundo, lo que él llamó una reacción visceral por parte del jefe del ejecutivo estatal.
Es más que evidente que el peroteño senador del PRI juega a ser oposición frente a un gobierno del estado emanado de una coalición PAN-PRD, y eso es políticamente válido, lo que no se vale es que en aras de su proyecto político personal para el 2018, sacrifique el interés colectivo de más de 8 millones de veracruzanos a los que –se supone- “representa”.
Se trata de un juego y de una actitud perversa en los que solo importan los intereses personales, quedar bien ante el presidente Enrique Peña Nieto así como ante el jerarca del PRI nacional, Enrique Ochoa Reza, aunque millones de veracruzanos no tengan, ya no para pagar deudas ni para lujos y recreo, sino tan solo para comer.
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Lea usted amable lector. Según un estudio realizado por José María Serna de la Garza, Maestro y Doctor en Gobierno por la Universidad de Essex e investigador titular B en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, “la esencia del Sistema Nacional de Coordinación Fiscal consiste en lo siguiente: La Federación y los estados pueden firmar convenios de coordinación fiscal, por medio de los cuales los estados se comprometen a limitar sus potestades tributarias a favor de la Federación, a cambio de obtener una participación en los ingresos fiscales federales. En la actualidad todos los estados han signado este tipo de convenios, lo cual ha hecho que los dos impuestos más importantes (el Impuesto Sobre la Renta y el Impuesto al Valor Agregado), sean establecidos y administrados por la Federación (a pesar de que ninguno de los dos impuestos se hayan asignado de manera expresa al Congreso de la Unión en el artículo 73, fracción XXIX constitucional, que es el artículo que establece la lista de impuestos que le corresponden a la Federación).
Esta situación ha hecho que la Federación controle alrededor del 80% de los ingresos fiscales totales generados en el país, lo cual es un indicador del grado de dependencia financiera de los estados y de los municipios en relación con la Federación”.
Es decir, la base del Sistema Nacional de Coordinación Fiscal consiste en que los estados aceptan ceder parte de sus poderes tributarios a la Federación, mediante un convenio de adhesión al sistema celebrado con el gobierno federal, a cambio de tener una participación en fondos federales como: el Fondo General de Participaciones, Fondo de Fomento Municipal, Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal, Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud, Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social, Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de los Municipios y de las Demarcaciones Territoriales del Distrito Federal (hoy Ciudad de México), Fondo de Aportaciones Múltiples, Fondo de Aportaciones para la Educación Tecnológica y de Adultos, Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública de los Estados y de la Ciudad de México.
Hasta ahí todo bien, el problema son los criterios para la distribución de los recursos, que generan en muchos de los casos un altísimo grado de dependencia financiera de estados y municipios. El estudio realizado por el investigador de la UNAM indica que bajo la fórmula de distribución existente en la actualidad y vigente desde 1990, se ha generado un aumento real hasta del 64% en las transferencias federales a los cuatro estados más pobres del país (Chiapas, Guerrero, Hidalgo y Oaxaca), mientras que el resto de los estados han recibido aumentos en promedio del 20%, lo cual habla de inequidad.
No obstante en estados más ricos como Nuevo León, Baja California y la capital del país, sus transferencias se han reducido hasta en 3 a 1 y 2 a 1, lo cual ha provocado mucha fricción y descontento entre sus gobiernos y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, al sentirse castigados por ser más prósperos y más eficaces recaudadores de impuestos y por contribuir más al fisco federal. Un caso similar es el de Veracruz que genera mucha riqueza, recauda mucho y recibe poco en comparación con otros estados.
¿Entonces qué de malo tiene pretender salirse de Sistema Nacional de Coordinación Fiscal si mucho de los que recaudamos no se nos regresa a los veracruzanos?, ¿por qué decir que es un error si la razón asiste y la Constitución avala?, ¿por qué nuestros senadores parecen carecer de una disposición al diálogo y la tolerancia, a encontrar puntos de acuerdo y consensos para el fortalecimiento de la nueva democracia, pero sobre todo, de las finanzas del estado?
Es un tema que se debe analizar, estudiar, dialogar, convenir, pero no estar en contra como una bestia, sin razón, sin inteligencia, solo por tratar de quedar bien con el jefe.
A Pepe Yunes Zorrila no le preocupa la crisis en el estado ni que nos lleguen con urgencia más recursos, porque él nació en cuna de oro y en pañales de seda, porque tiene un mega rancho con cientos de cabezas de ganado, que van desde reses hasta llamas peruanas, porque goza de recursos del senado para llenar el tanque de gasolina a sus vehículos, porque le pagan el celular, porque tiene en nómina a sus empleados y colaboradores más cercanos, porque recibirá un super bono de fin de año y en las fiesta navideñas habrán las mejores viandas y los mejores vinos en su mesa, por eso no le importa jugar al opositor.
La desincorporación fiscal no es una ocurrencia, tampoco algo nuevo, en su momento el ex gobernador Miguel Alemán Velazco abordó el tema y participó en la llamada “Declaración de Cuatro Ciénegas, Coahuila” a través de la cual se convocó a la posterior Convención Nacional Hacendaria.
Debo decirlo, la ausencia de diálogo no entraña solo una falta de respeto a las opiniones diversas, sino implica su marginación y exclusión. Superar ambas es un desafío que tiene que ver con pensar diferente para poder pensar juntos, sin juegos perversos, sin intereses políticos personales, pero se trata de un desafío no apto para enanos...políticos.
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