También negociamos deficientemente el Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud (FASSA) y el Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal (FAEB) en 1996-97. todo por la negligencia de nuestra burocracia que en su momento no supieron o no quisieron defender los intereses de los veracruzanos.
Esta misma dejadez se refleja en los ingresos propios y en el gasto descomunal de burocracia, combinado con una rapacidad sin freno, lo que completa el cuadro para hablar de un desastre económico y social veracruzano.
Todas las instituciones especializadas en analizar los indicadores de competitividad gubernamental, utilizan un sin número de variables, pero una de las principales según la opinión generalizada es la salud de las finanzas de los gobiernos: federal, estatal y municipal, por estar directamente relacionados con el deterioro o mejoramiento del indicador global de la competitividad y sus repercusiones en el crecimiento económico de un país, región o ciudad. Sobra decir que dependiendo de los ingresos públicos, están los gastos para hacer frente a los diferentes rubros relacionados con la salud, educación, pago de burocracia, seguridad, infraestructura, entre otros desembolsos. No está por demás comentar que el estado de Veracruz observa un retroceso en términos per cápita de la actividad económica en el periodo 2013-2016, y uno de los motivos que destaca es la caída de la inversión en infraestructura de carreteras, hospitales, escuelas y demás, no dejando de nombrar la inseguridad que desde hace 12 años azota y castiga sin piedad a los veracruzanos.
Dicho lo anterior, recordare brevemente la primera colaboración del tema en comento, cuando se reseñó la firma del convenio de colaboración en materia de impuestos y derechos celebrado en 1980, justo cuando se inicia el reparto de potestades tributarias entre los diferentes órdenes de gobierno, resaltando que el Gobierno Federal salió ganando, adjudicándose los impuestos más productivos. Pero lo más importantes, los funcionarios que representaron al estado de Veracruz en la firma del convenio 1980, negociaron mal con la federación, problema señalado por la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) en el año 2003 por medio del documento “Diagnóstico Integral de la Situación Actual de las Haciendas Públicas Estatales y Municipales 2002”, afirmando que la fórmula de distribución de las participaciones era inercial e inequitativa, puesto que en términos per cápita, Tabasco obtenía 10 veces más que Veracruz, ya que le reconocieron en el tamaño de su economía su aportación petrolera, a Veracruz no. Con esto afirmamos que nuestra debilidad financiera tiene antecedentes históricos, de ahí la importancia de la eficiencia y la rendición de cuentas de los funcionarios públicos, no es correcto la improvisación y el nombramiento de personas con reconocidos antecedentes de corrupción y desconocimiento de las funciones que desempeñan.
Pero como antes se decía “aún hay más”, cuando el Gobierno Federal creo los fondos de aportaciones (reforma a la Ley de Coordinación Fiscal, articulo 25) y desconcentro los servicios de salud y educación, que son los más importantes por su montos y por su impacto social el 31 de diciembre de 1997 (los trabajos iniciaron en 1996), nuevamente Veracruz negoció mal el Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud (FASSA), en términos per cápita de población sin cobertura de salud ocupábamos el penúltimo lugar, solo superado por Michoacán. Resulta preocupante que entidades como Aguascalientes recibiera por persona 8 veces más que nuestro estado. Esto es por el lado de salud, pero para no variar con Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal (FAEB), no es la excepción, en términos per cápita por alumno estamos muy abajo de la media nacional. Al igual que las participaciones, la SHCP también señala que sus fórmulas son inequitativas en el FASSA y el FAEB, siempre en contra de Veracruz. Con estos antecedentes, no nos sorprende nuestro enorme rezago en infraestructura educativa y salud, entre otros males, todo por la negligencia de nuestra burocracia que en su momento no supieron o no quisieron defender los intereses de los veracruzanos.
Sirva lo anterior, para ejemplificar que la quiebra de las finanzas del actual Gobierno Estatal se gestaron desde 1980, al recibir Veracruz menos participaciones de lo que por derecho le correspondía, se agravó más su situación en 1997, con montos menores a sus necesidades en salud y educación. Esta misma dejadez se refleja en los ingresos propios y en el gasto descomunal de burocracia, combinado con una rapacidad sin freno, lo que completa el cuadro para hablar de un desastre económico y social veracruzano. Vaya reto que enfrenta el actual Gobierno Estatal, problemas que se arrastran desde hace más de tres décadas y agravados de manera exponencial en los últimos doce años. |