“Canas argumento son de edad y no de prudencia.” – Platón.
Hace exactamente 11 días en este mismo espacio, le dedicamos tiempo a señalar porque razón debía el Partido Revolucionario Institucional (PRI) voltear su suerte en favor de un nuevo dirigente, salido y surgido de su cantera, preparado y alejado de los padrinazgos locales, de esos que todo lo que tocan pudren y corrompen, de esos, que como maldición, son peor que beso del diablo y te llevan a la perdición.
Fue así como reconocíamos que Renato Alarcón Guevara sería por mucho la mejor apuesta que el priismo podría hacer, claro, basados en el sentido de que con su llegada, su capacidad conciliadora, su trabajo de gestión, y su notable talento para esto de la política el partido dinosáurico pudiera rescatar algo y posicionarlo lo mejor posible de cara al proceso electoral municipal del 2017.
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Ahora bien, la buena voluntad existe, pero también existe la mala, y eso es evidente en las actitudes de algunos facinerosos, que como el líder de la CNC, Juan Carlos Molina quien afirman exhibió su petulancia directamente en el rostro de quienes acudieron a esta toma de protesta, al no saludar de mano al nuevo dirigente de su partido, mostrando con eso, que su nivel de civilidad política es la misma que la que exhiben sus reses en el potrero cada vez que obran.
De igual modo, en el reto de unificar al PRI, la tarea será complicada, muy complicada, si Renato no es equilibrado y justo, la militancia no se mide en función de todo el tiempo estar ahí, se mide en función de la capacidad y calidad con la que has estado ahí, qué caso tiene, mantener un partido lleno de momias –con respeto a las momias- enmohecido, oxidado, cuadrado de criterio y de capacidad operativa, recurrente de las mismas prácticas y las mismas estrategias.
Y al rato no me digan que eso no es cierto porque la evidencia está ahí, en el PRI no se ven rostros, ni cuadros nuevos, son los mismos, los mismos que acompañaron a Duarte en su afanosa y rapaz capacidad de corromper todo, ya como asesores, como diputados, como funcionarios, nadie, quizá muy pocos, pueden erguir el pecho y decir, yo no fui participe de ese PRI corrupto y corruptor.
Quizá los más decidieron por su libre capacidad ausentarse, ausentarse sabedores que la buena intención de Renato se verá obnubilada por esa jauría fiel de pirañas, que no saben vivir sin mamar de la ubre que representa el partido.
Así Renato llegas al PRI, a enfrentar a la cauda de soplanucas, marrulleros, chismosos, traicioneros, que no saben más que decirte lo bien que se te veía el traje y lo bonito que sonríes a la hora de leer tu discurso, lo valioso que fuera que todos los cuadros se apersonaran y te vitorearan como si hubieras ganado las elecciones, pero la realidad, es que aún no ganas nada.
Confió en tu capacidad política y en tu preparación intelectual para pasado el furor que provocan las pírricas victorias darte cuenta que te quedaste solo con la carroña, con ese priismo del que debes comenzar a deshacerte para construir un priismo pujante, valiosos, conformado por mujeres y hombres esperanzados en tu liderazgo y no en el sequito de esa corte de vetustos personajes –que jóvenes y maduros- conformarán tu primer cuadro.
Esperemos que en la medida del tiempo, valga la pena decir ¡y fue Renato!
Al tiempo.
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