No tuvo que pasar mucho tiempo para que el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares mostrara su verdadero rostro, ese carácter que le ha caracterizado toda la vida: Intolerante, prepotente, irrespetuoso y autoritario.
Tachar a los alcaldes priistas de “ignorantes y desvergonzados” por el hecho de exigir lo que por ley les corresponde a sus administraciones, es una clara muestra de que Yunes Linares no está dispuesto a soportar cuestionamiento alguno a su gestión. No se puede pasar por alto que también calificó de “ignorantes” a los periodistas que lo cuestionaron por el evidente repunte de hechos de violencia en la entidad y su insistencia en atribuirlo a “temas de percepción”.
A los alcaldes les recrimina que no le hayan cobrado esos pasivos, en su momento, a Javier Duarte, pero es lo mismo que hoy hacen los alcaldes panistas y perredistas, quienes el año pasado llegaron al extremo de tomar Palacio de Gobierno y Casa Veracruz, exigiendo la liquidación de los adeudos, y que ahora no tienen permitido abrir la boca.
Justifica el gobernador, además, la grosería de su subalterna, Clementina Guerrero, quien dejó plantados a los alcaldes priistas.
En el diccionario de Yunes Linares no existe el vocablo “cortesía”. La titular de Sefiplan tenía cosas que hacer en la ciudad de México y eso era razón suficiente para incumplir con el compromiso que había hecho con las autoridades municipales. Dio a entender que los alcaldes estaban siendo “imprudentes” al reclamarle una explicación a la funcionaria.
Por fin, el nuevo dirigente del PRI en Veracruz, Renato Alarcón, salió a dar la cara por sus compañeros de partido y le demandó respeto al mandatario estatal, y que se privilegien la política, el diálogo y los acuerdos, lo que no se ha hecho hasta el momento.
“No se trata sólo de los municipios emanados de nuestras filas, sino de un equilibrio que debe existir entre los tres órdenes de gobierno”, le aclaró el dirigente estatal del PRI.
De forma tardía, y en evidente afán de captar algo de protagonismo, el senador y candidato derrotado a la gubernatura, Héctor Yunes Landa salió un día después de la afrenta a reclamarle a su primo hermano por el trato a los alcaldes priistas.
Nadie desconoce las complicaciones financiera que vive Miguel Ángel Yunes Linares, pero él debe entender que la expresión ciudadana en las urnas no significa un cheque en blanco para su gestión. Hubo, sí, poco más de un millón de veracruzanos que lo respaldaron y le concedieron el beneficio de la duda, pero más de dos millones de votos hablan de que muchos no creen en su oferta de venganza, ni en su política de garrote.
Se le festejó en su momento que utilizara a la fuerza pública para desalojar a manifestantes que ahorcaban la circulación en la capital del estado y en algunas carreteras. Hoy preocupa que haya lanzado a los uniformados para reprimir a manifestantes que se ubicaron en la plaza Lerdo de Xalapa, sin violentar ningún derecho de terceros.
Lo que los veracruzanos piden es que haya firmeza en la exigencia del respeto a las leyes, pero no hasta llegar al extremo de la represión.
Al final, lo que la gente quiere es que los policías sean utilizados para la prevención del delito. Ya no quieren más noticias de cuerpos “embolsados”, aunque el gobernador se empeñe en criminalizar a las víctimas.
En el ciudadano común, en el que esperaba que las cosas mejoraran con Yunes Linares, persiste la idea de que hubiera sido más útil la presencia de la policía resguardando la seguridad en el estadio Luis Pirata Fuente de Boca del Río, que persiguiendo a burócratas que protestan por haber sido despedidos injustamente por el gobierno estatal.
En los hechos de violencia suscitados el pasado fin de semana durante el encuentro entre los Tiburones Rojos y los Tigres, hay evidencia de que padre e hijo (gobernador y alcalde) le montaron el numerito a Fidel Kuri, por cierto, diputado federal priista.
“Yo soy el gobernador y en Veracruz se hace sólo lo que yo digo, quien se oponga será tachado de ignorante, pero si persiste, conocerá cómo se aplica la ley en mis dominios”.
Ese es el mensaje que nos envía nuestro legítimo gobernador.
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Epílogo.
Cinco cuerpos sin vida, maniatados, fueron arrojados a la orilla de la carretera Isla-Cosamaloapan. Fueron identificados como Nicolás Díaz González (originario de José Azueta), Francisco Adolfo Muñoz Barrán (hermano de Sara Isabel Muñoz Barrán, Presidenta de la Asociación Ganadera, de Isla), Edel Montalvo Palacio, Edgar Montalvo Palacios (menor de edad) y Alfredo Cook Durán. Además, en José Azueta, dos mujeres que trabajaban en distintos fueron asesinadas y sus cuerpos arrojados en un camino vecinal. Las dos habían sido “levantadas” la noche del viernes 17 de febrero por sujetos fuertemente armados. Ambos cuerpos presentaban señales de violencia y heridas de bala. Fueron identificadas como María del Carmen Quezada Figueroa, de 37 años de edad, y Eyda Verja Garrido, de 24 años. Y en Xalapa, en la colonia Portón Colorado, fue hallado el cuerpo sin vida de una mujer joven, de estatura baja, tez morena, complexión delgada, en avanzado estado de descomposición. El cuerpo estaba cubierto por sábanas y bolsas negras. Hoy el gobernador argumenta que nunca se ha dicho que el problema de seguridad en Veracruz está resuelto. Mal haría, pues las evidencias demuestran lo contrario. *** El fiscal Jorge Winkler tuvo que admitir que no hay orden de aprehensión en contra de Fidel Herrera, aunque también reveló que están buscando con mucho esmero para someterlo a la justicia. Ya la Secretaría de Salud a nivel federal admitió que la Cofepris no encontró evidencia alguna de que en Veracruz se haya aplicado agua destilada a niños con cáncer, como denunció, en formas por demás irresponsable, Miguel Ángel Yunes Linares. ¿Habrá sanción para él?
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