Todo en el marco de una crisis de una inseguridad pública no vista en décadas.
Acaso a los veracruzanos nos hubiera gustado un gobernador fuerte y justo; sabio y equilibrado; que hiciera honor a la palabra, con señalado compromiso social y profundamente respetuoso de la ley.
Eso es al menos lo que apunta el imaginario colectivo en torno a quien considera que aún está a tiempo de recomponer su entorno y dispuesto a trabajar en favor de ocho millones de veracruzanos, la mayoría postrados por una crisis económica, social y política heredadas.
De su última batalla contra el Peje salió muy mal librado y su descrédito crece y crece.
Mientras en lo interno los pasivos van sumando.
Uno de ellos es su nociva injerencia en el Colegio de Veracruz contra la cual se ha emprendido una brutal embestida en donde la mezcla de lo cierto con lo irreal perdió fronteras.
Acaso por ello llama a nuestra atención el artículo de fondo recién publicado por el fundador del Colver, Francisco Berlín Valenzuela quien corre el maquillaje de lo importante que es en momentos de crisis preservar a esta institución de estudios superiores.
Ya en alguna ocasión el académico había citado, a propósito de la gobernabilidad, que “el político realmente profesional no puede tomar decisiones improvisadas”, agregando que en Veracruz se tiene que regresar a la política de los valores.
Hoy Berlín Valenzuela reflexiona sobre la supervivencia del Colegio de Veracruz, como una opción para erradicar justamente la improvisación política.
Sostiene:
“Como fundador de esta institución –el Colver- y promotor de la idea de su creación, lamento profundamente que se ataque a una institución surgida -como lo he expresado en otras ocasiones-, con el propósito de llenar un vacío existente en las instituciones de educación superior de nuestra entidad…”
“La opinión pública y los nuevos funcionarios de la administración estatal deben de racionalizar seriamente lo que está institución académica significa y el trabajo realizado a lo largo de sus quince años de existencia ascendente”.
Los juicios críticos, hechos a la ligera -añade- ignoran que El Colegio de Veracruz, desde sus orígenes se ha preocupado por contrarrestar la gran improvisación política de quienes se ufanaban de ser “muy buenos políticos”, por el hecho de que los veracruzanos Miguel Alemán Valdés y Adolfo Ruiz Cortines llegaron a ocupar el cargo de presidente de la República.
La historia, sin embargo, nos enseña que quienes desempeñaron encargos de presidentes municipales, diputados locales, diputados federales, senadores y gobernadores en la entidad veracruzana, evidenciaban precarias condiciones en la formación teórica política y solo los animaba el deseo de llegar a granjearse la simpatía y voluntad de los poderosos.
“Al observar la desastrosa actuación de quienes formaron parte de las dos administraciones anteriores, reafirmamos nuestra convicción de que sus funcionarios carecían de los altos valores que el ejercicio de la actividad servicio exige, como son: responsabilidad, honradez, ética, sentido del honor, compromiso y lealtad a su pueblo. Ocuparon –en su mayor parte- los diversos cargos públicos sin tener la preparación teórica necesaria, desconociendo la realidad social, económica y política en que se encontraba el Estado de Veracruz, avalados primordialmente por su amistad con los gobernantes, sus lazos familiares con ellos, sus intereses comunes y su disposición a la complicidad política.
Por tanto, “si queremos que en Veracruz mejoren las condiciones del ejercicio de la actividad política, fortalezcamos a esta institución académica para que pueda proporcionar a quienes se dediquen a la función pública, el instrumental teórico de las ciencias políticas y sociales, a fin de complementar su vocación de servicio”.
“Como decía el filósofo griego Aristóteles, “el hombre es un animal político”, pero en nuestros días, lamentablemente todavía siguen existiendo numerosos políticos que parecen actuar como verdaderos “dinosaurios”, concluye el doctor en Derecho, catedrático universitario, profesor-Investigador Emérito (honorario) y autor de libros sobre Derecho Electoral y Parlamentario.
En efecto, cuánta razón asiste al experimentado académico y, desde luego, que habría que sesgar la reflexión aristotélica que en Veracruz el hombre no es un animal político, es un político animal.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |