A la vuelta de la semana doce del gobierno legítimamente constituido, queda aún en el imaginario colectivo –para no hablar de percepciones- la esperanza de que los programas sociales y económicos puedan empezar a caminar en tiempo forma y no por la vía de las cafiaspirinas o mejoralitos.
Ello en la misma proporción a la entrega de la total garantía de seguridad pública para una aterrada población diseminada en 212 municipios, que observa pilas de cadáveres todos los días.
“Todavía no podemos cantar victoria”, asegura el señor Miguel Angel Yunes.
Consecuentemente es imponderable que se estabilice el gobierno, que las secretarías de estado empiecen a desplegarse –se desconoce incluso bien a bien quienes son los titulares de las secretarías, qué han hecho y cuáles son proyectos-, que paren los despidos injustificados y se paguen los adeudos sin distingos partidarios, filias o fobias.
Se entendería que todo ello debería ser con la seriedad que impone la brutal crisis financiera que vivimos pero sobre todo para no dar lugar a desaguisados como el registrado en los últimos días en donde las repetidas informalidades la Secretaria de Finanzas, Clementina Guerrero García –la impresentable financieramente hablando- deja plantados a los alcaldes a quienes no se les paga por el solo hecho de ser de extracción priista.
Dice el alcalde de Xalapa, Américo Zúñiga, a nombre de 40 ediles, que la no asistencia de la funcionaria al Congreso del estado para una reunión previamente acordada “es una falta de respeto no para los presidentes municipales, sino para miles de veracruzanos”.
“Lamento mucho una nueva cancelación por parte de Sefiplan con los alcaldes para aclarar deudas”, respaldó el senador Pepe Yunes.
El tema de fondo es un adeudo de cuatro mil millones de pesos que los ediles están dispuestos a reestructurar pero si no hay diálogo imposible.
Ya de días atrás el propio gobierno estatal sesgaba el asunto de los pendientes con los 212 municipios asegurando que se estaba pagando en tiempo y forma y que quienes sostenían lo contrario “son unos ignorantes”, en declaraciones del propio gobernador.
La mentira caería por su propio peso al aclarar los afectados que solo había preferencia por los presidentes municipales panistas y perredistas.
El punto pues, es la cascada de distractores que impiden aterrizar un verdadero trabajo de gobierno.
Y es que para creer hay que ver.
La ciudadanía, el grueso de la gente, históricamente es noble. Es fiel creyente de las esperanzas de sus gobernantes, hasta que se demuestra lo contrario, y para el gobernador Miguel Angel Yunes Linares es la oportunidad de vida para trascender; para ungirse como el gobernador del cambio, el que rescató a Veracruz de las garras de los corruptos y criminales.
No es posible seguir contemplando en el día a día desplantes y desaires; enojos y caprichos; actitudes dictatoriales disfrazadas de democracia.
Es el momento de trabajar de manera organizada. Por temas. Por programas y por dependencias con los sectores productivos, con el comercio organizado, la industria y el hombre, ese veracruzano que hace posible con su trabajo la transformación de los recursos naturales en riqueza.
Veracruz debe levantar la bandera de la productividad sin descuidar los temas judiciales, de nota roja y castigo a depredadores del erario público. Veracruz debe transitar como sucedió hasta antes de la llegada de la Fidelidad y el Duartismo, por los caminos del desarrollo sin dejar de meter la mano firme contra la delincuencia organizada.
Veracruz requiere de manera urgente de la unidad veracruzana que aún cree que es posible por la vía de la transición alcanzar nuevos estadios de vida.
Pero si todo es pleito, malos humores y advertencias que más parecen amenazas, imposible alcanzar cualquier meta.
Urgente por ello la conciliación con los presidentes municipales; indispensable la armonización con los sectores productivos; el respeto a los partidos políticos; la tolerancia a la crítica –entre periodistas ni todos son ignorantes ni todos sabios-; refrendar el compromiso con la iniciativa privada; la armonización de acuerdos con las autoridades federales hacendarias; el respeto al disenso de los funcionarios del gobierno de Peña Nieto; el fin de las campañitas mediáticas que solo llevan a la polarización; el dejar que la democracia fluya sin imposiciones ni nepotismo, y el sumar para después volver a sumar.
Pareciera una carta a Santa Claus, sin embargo, en la realidad se observa un Veracruz dividido, polarizado y lleno de resabios.
Aún es tiempo.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |