Elizabeth Morales sabe que mientras más poder acumule más difícil será dejar de tenerle como activo priista, así un día Herrerista otro Duartista ella encuentra las formas para seguir sostenida a la ubre que representa el poder.
Elizabeth Morales ha probado las mieles del triunfo, de ese, que una vez alcanzado te da facultades de levitación que te impiden tan si quiera pisar el suelo, ese que alguna vez debió recorrer en humildes autobuses urbanos y que ahora ha cambiado por las Suburban de a millón la unidad, para así trasladarse cómodamente por los caminos del reino.
Elizabeth Morales aprendió de las ventajas que otorga el poder al ser legisladora federal, la charola cuesta, y abre cualquier puerta, alcaldesa de Xalapa, donde se rodeó de excentricidades como las de tener su propia estilista privada, chef particular y un séquito de bellas mujeres que le secundaban en todo.
Elizabeth Morales descubrió que fenecido el poder, el amante del mismo, por ningún motivo puede estar sin él, mucho menos prescindir de sus prebendas, por ello, emprendió la aventura, buscó la diputación federal para solo entonces conocer y sufrir la derrota.
Ante ello, Morales García no se sumió en la depresión, por el contrario, con una poderosa mentalidad, no se dio por vencida, supo en todo momento, que de la derrota los verdaderos vencedores sacan la experiencia, la enseñanza y la sabiduría para seguir adelante, solo que ahora más fuerte, más obstinada, más poderosa.
Elizabeth Morales, no esperó mucho tiempo en la banca, esa que pocas veces ha visitado en los últimos 18 años, desde que emprendió la aventura de incursionar en ese ambiente embriagador de la política.
La capacidad meteórica para relacionarse, sumado a su pertenencia a esa cofradía que aglutina un poder absoluto y que gobierna este país desde hace ya muchas décadas le permitió de inmediato regresar.
Con su regreso, Elizabeth como le gusta que le llamen, se convirtió en la delegada de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) logrando con ello, agenciarse los favores de sus compañeros, pero en especial el del responsable de coordinar los esfuerzos de los delegados federales, por instrucciones de Miguel Ángel Osorio Chong, quien comenzó a incluirla en ese compacto grupo de delegados que hoy por hoy, son la representación gubernamental del PRI en Veracruz.
Elizabeth Morales llega a la delegación del ISSSTE sin ser doctora, sin ser tampoco especialista en la administración de centros hospitalarios, pero si con el conocimiento que da gobernar una ciudad capital como Xalapa con una población que rebasa el millón de habitantes, si sumamos a toda la población flotante que diariamente labora, estudia, tramita o ejecuta actividades en ella.
Con su llegada, Elizabeth Morales despierta cuestionamientos, ¿Qué capacidad para colocarse?, ¿Quién la apadrina?, ¿Quién la respalda?, sin darse cuenta de que ella, como excelente ejemplo de ese animal político del que hablaba Aristóteles, es política, hace política y vive política, quizá por eso, la xalapeña confirma que su proyecto está más vivo que nunca, y porque no, en una de esas disputar la candidatura de su partido por la gubernatura.
Como dirían los jóvenes, “se vale soñar”, que para las habilidades de Elizabeth, en una de esas la pega.
Al tiempo.
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