Línea Caliente.
Edgar Hernández.
 

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Textoservidores ¿Ser o no ser?
2017-04-05

Bien se dice entre periodistas que mal andamos cuando hablamos de nosotros mismos.


Infortunadamente los comunicadores –quienes nos dedicamos a tan mortal profesión- hemos sido colocados por nuestros gobernantes como el vaso comunicante entre los de su propia clase, como si no tuviéramos suficiente con la grave responsabilidad de moderar a la opinión pública.


Que se recuerde hasta hace no más de tres décadas  las relaciones prensa-estado se regían por reglas no escritas en un, digamos, sano equilibrio.


En esa sana distancia siempre quedaron claras las amistades, las simpatías y los intereses políticos; los convenios y embutes y las gacetillas y campañitas –eso campañitas- periodísticas que no mediáticas contra determinado personaje de la política.


Sin embargo, con el advenimiento del nuevo siglo y tras el arribo de la alternancia política a nivel república, emergieron de cara a la ineficiencia gubernamental, en la era Fox, las “Cajas Chinas” y verdades a medias.


Mientras en Veracruz, contaminado por la nueva forma de gobernar de la república, empezó a vivir la era de los columnazos, difamaciones públicas y esa perniciosa división entre “críticos” y “texto servidores”.


Luego, los periodistas de la Fidelidad, los del Duartismo y los del Miguelismo.


A la par ese deleznable enfrentamiento entre comunicadores -¡perro sí come perro!- en aras de la defensa de quien patrocinaban y auspiciaba la división.


En paralelo surgieron las redes sociales constituyéndose en la más importante alternativa de información al instante. Así, hoy en  Facebook todos son reporteros, todos son fotógrafos, columnistas y diseña “memes”. Todos jueces y dueños de la verdad.


Ese enorme caldero ha dado cabida a todos hasta los llamados boots, espacios pagados que se dedican a alentar las guerras mediáticas. Todo ello capitalizado por la clase gobernante para tundirse sin misericordia, sin ese derecho de réplica porque ahí, en ese infierno, todo es a mil por hora, y sin ese cuidado ético de evitar entrometerse en vidas privadas, lo familiar, bienes y fortuna.


Hoy en el periodismo todo es blanco o todo es negro. No hay matices; no hay tregua. A una noticia roja se sucede una amarilla y a una amarilla una de corte político que sacuda conciencias como ha sido el caso Javier Duarte. 


Y en ese ojo del huracán han  sido colocados los periodistas en una guerra de unos contra otros.


Hoy en Veracruz hay dos bandos: los que están con Miguel Angel Yunes y los que están en contra. Ello de tal suerte que si encomias al gobernador en turno es como si fuera tu obligación, porque no hay regreso ni en convenio, ni en embute, ni en reconocimiento a tu chamba. Pero si lo cuestionas es peor, te responden sus aliados y sus redes pagadas.


Insultos, mentiras y denostaciones son el denominador común en la respuesta al ataque. 


Así, hoy tu popularidad y grado de lectura que alcanzan tus notas y comentarios periodísticos se miden por las mentadas de madre que recibes, amén que de entrada para tu gremio opositor eres un textoservidor, Duartista, chayotero, sátrapa e inescrupuloso.


 


El pasado de Fidel y Javier, es en mucho parecido al de Miguel Ángel. Cuando Fidel gobernaba hasta guapo lo veían los ejércitos de periodistas que formaban largas filas en pos del chayote, texto servidores al fin.


Con Javier sucedió algo parecido pero en grotesco ya que se pasó de la agresión pública entre periodistas “críticos” y textoservidores al asesinato del periodista incómodo, al exterminio del que sabía demasiado, aquel que denunciaba los cacicazgos políticos y la narcopolítica; el que estaba todos los días chinga que jode con las denuncias de enriquecimiento ilícito y saqueos a las arcas públicas.


Y lo que en la época del alemanismo fue un verdadero escándalo tras la misteriosa muerte del periodista Pepe Miranda Virgen en su departamento producto de una explosión, se volvió una constante tres lustros después con repetidas ejecuciones de periodistas, 20 en la era Duarte.


En ese eje se ha movido el periodismo y los periodistas enfrentados unos con otros; en una lucha entre “honestos” y “deshonestos” olvidándose que la nuestra es la profesión peor pagada.


El periodista honesto, rata, crítico, textoservidor, crisol de la democracia o defensor del feudalismo político priista; ese que nunca tomó un centavo fuera de su salario; el jalasacos que hasta por un café en La Parroquia vende a su mamá… esos, absolutamente todos, carecemos de ingresos honorables. A la mayoría no se les paga solo se les da un antifaz y a ¡asaltar mi rey!


Esa es la razón de la búsqueda de los convenios “¿chayotes disfrazados?”


El tema es si ello desdora. La respuesta es no. El periodista y el medio requieren ante la ausencia de salarios mínimos profesionales, de los patrocinios y de los apoyos públicos y privados.


Que se sepa el más acreditado diario veracruzano –acaso Notiver y Oye Veracruz, son la excepción a la regla- viven de su circulación, por cierto ambos con ininterrumpidas penurias.


Agustín Contreras Stein cada vez que se presenta en una conferencia de prensa acredita trabajar para 24 medios de comunicación impresos y virtuales, ninguno le paga.


Quirino Moreno es el columnista más leído, vive en la medianía y trae problemas con su portal. “Al Calor Político” y “Libertad Bajo Palabra”, al igual que “Palabras Claras”, traen severos problemas financieros por lo que han tenido que abrazarse a la publicidad comercial para sobrevivir.


Otros medios como “Centinela”, “Marcha”, “Punto y Aparte”, revistas y portales como el de Billie Parker y el de Nemi tuvieron que cerrar sus puertas al no tener más apoyo de la ubre que los mantenía. 


Y algunos más que en el pasado fueron los más influyentes de la radio, están quebrados y a punto de salir del cuadrante mientras los reporteros tienen que trabajar hasta en cuatro medios diferentes para poder sacar el rancho del día.


Por tanto, seas textoservidor o crítico el problema es el mismo. No hay más patrocinio y el poco y muy localizado que dispone el gobierno es para medio mantener el equilibrio y una explicación histórica sobre cómo y por qué se gobierna de esa forma.   


Que si seguirán los ataques entre periodistas, por supuesto.


En ese viejo esquema de divide y vencerás más conviene una prensa desunida y marcada por los signos de “críticos” y “textoservidores” que una prensa libre y profesional que lo último que haga es atacarse a sí misma o dejar que la miserable clase política cada vez que no se le elogie nos grite ¡Vendidos!


En fin, son tan solo reflexiones ante la ociosidad mediática de estar todos los días con el mismo cuento de Javier y sus ratas, así como el azoro de ver el camposanto en que se ha convertido Veracruz.


Tiempo al tiempo.


*Premio Nacional de Periodismo

 
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