Sin estos dos elementos, Duarte de Ochoa habría seguido siendo un funcionario de segundo nivel que simplemente no tenía presencia, mucho menos carisma, pues ni su físico, ni mucho menos su voz le ayudaban en nada.
Hoy cuando se hace escarnio de personaje y se comienzan a señalar nombres de sus probables cómplices, nos cuestionamos, donde está el causante de todo este desorden, donde quedo el que soñara con conquistar al mundo a lado de su fiel escudero y servil empleado, a ese que pensó que podría manipular, hasta convertirlo en la marioneta que sabemos todos pretendió en su momento manejar.
Tras su renuncia al consulado general de Barcelona, España, para responder a los señalamientos sobre el uso de medicamentos clonados o falsos a menores con cáncer, Herrera Beltrán retornó a México con la intensión defenderse de su enemigo acérrimo, hoy gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, al que no le pudo responder, pues ya estaba la instrucción presidencial de capturar y llevar ante la justicia a Duarte, en el afán de provocar un distractor que abonará a dos cosas al gobierno federal.
Primero distraer la atención mediática sobre los señalamientos graves de corrupción que el Grupo brasileño Odebretch generarían en México y de los que el presidente Peña Nieto no podrá salvarse, aun cuando para ello mismo trajeran al autor material del acercamiento con el referido grupo.
Y segundo, bajar de una vez por todas las aspiraciones políticas del dirigente nacional de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador quien ya va en caballo de hacienda a suceder al mismo Enrique Peña Nieto, acusándole de tener negocios y acuerdos con el mismo Duarte de Ochoa, quien habría sido el artífice de su repunte electoral, mediante financiamiento con recursos de los veracruzanos.
Lo cierto es que aun cuando lo último que se supo del ex cónsul en Barcelona lo dejó saber en su cuenta oficial de twitter el pasado 18 de febrero del presente año al señalar: “Serví a #Veracruz con toda emoción hasta el 30 de noviembre de 2010. Nada después de esa fecha es de mi responsabilidad”, demostrando con ello que ese sería el mensaje del adiós y de la negación de la putatividad que en su momento le profirió al mismo Duarte, quien por segunda vez perdía a un padre.
En los hechos las autoridades mexicanas debieran comenzar a investigar puntualmente sobre los nexos de Fidel Herrera para provocar la crisis institucional y el saqueo en despoblado al erario estatal, pues fue durante su mandato que todos los que hoy son cómplices de Duarte se formaron, e incluso llegaron a ocupar posiciones importantes o al menos de segundo nivel con las que se dieron a la tarea de construir el entramado legal con el que hurtaron cuanto se encontraron en las dependencias.
Las pistas sobre su huida del país ya por ahí se hicieron públicas, se sabe que el mismo día que Duarte era aprendido Fidel Herrera volaba con rumbo desconocido para no regresar jamás, aun cuando todo apuntaría a instalarse en la misma Cánada, a donde el cuenqueño colocó a su hijo del mismo nombre como integrante de la embajada Mexicana en aquella nación, en donde no existe tratado de extradición con nuestro país, ¿Qué casualidad? No lo cree.
Al tiempo.
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