La alternancia en la presidencia, en los gobiernos de los estados y en los municipios trajo un nuevo fenómeno político en la competencia electoral: campañas negativas basadas en una guerra de acusaciones. Resulta que como ahora los partidos más grandes ya han gobernado en alguna ciudad o estado, y el PRI y el PAN en la presidencia han tenido tiempo y oportunidad de incurrir en actos ilícitos, ilegítimos, impopulares, ineficaces o en omisiones ante problemas de diverso tipo.
Como resultado, en las campañas políticas hemos visto acusaciones de distinto tipo y expresadas en diferente tono. Lo más importante en esta nueva estrategia de campaña fue hacer quedar mal al contrincante, exponer de tal modo sus pecados que al elector potencial no le queda más remedio que optar por el candidato que, según su interpretación, sea el menos malo, el menos ineficiente, el menos corrupto, el menos deshonesto o al que menos errores le hayan podido descubrir sus competidores.
Algunas acusaciones son ciertas, otras pueden ser ciertas aunque difíciles de probar, pero todas sirven; y cuando los jefes de campaña han considerado que no ha caído suficiente lodo sobre el oponente -el suficiente para bajarle puntos en las encuestas- pues se dedican a elaborar videos, denuncias o declaraciones en las que exhiben delitos más o menos creíbles, con mucho punch publicitario y ahí a la demanda contra “quien resulte responsable”.
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Los ciudadanos estamos inermes ante esa forma de hacer política, porque todo parece ser un juego de espionaje y contraespionaje sólo comprensible para los iniciados.
Los videos de la diputada Eva Cadena que parecían “demostrar” que se recaudaba dinero ilegal para las campañas, a la postre resultaron sumamente sospechosos. A pesar de eso, se trataba de un material que los medios no podían desperdiciar porque era lo suficientemente escandaloso para atraer a las audiencias. El hecho es que la diputada regresó a su curul, abandonó a su partido y trató de involucrar a una diputada federal, quien antes era su correligionaria. El partido al que iba destinado el descrédito respondió implicando nada menos que a la hermana del fiscal de Veracruz, claro, perteneciente a un partido contrario. La hermana se defiende, niega la participación y presenta una denuncia. No pasa nada. La Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) no ha llegado a ninguna conclusión y si lo hace, es muy posible que suceda a destiempo, pues faltan sólo unos días para la jornada electoral.
Es decir, los videos cumplieron su papel en las campañas y quizá no haya ninguna consecuencia más que la de confundir al electorado. Ahora las campañas negativas ya no se limitan a hablar mal del adversario, al estilo de “es un peligro para México”, sino a realizar toda una investigación minuciosa y especializada de la familia, los bienes, amigos, enemigos, fortalezas, debilidades, salud y hasta los gustos de los candidatos considerados más peligrosos, para identificar dónde hay una grieta que se pueda horadar hasta hacerla un boquete, o un amigo que no es tan amigo y esté dispuesto a jugarle las contras.
Como siempre hemos tomado de ejemplo a nuestro vecino del norte, también le copiamos las malas prácticas. La derrota de Hillary Clinton estuvo marcada por el anuncio de la reapertura de una investigación del FBI. ¿Eso funcionó? Perfecto, los gurús del marketing político están a la caza de las mejores estrategias para posicionar a sus candidatos. Ergo, difundamos que hay una investigación contra la familia de la candidata del PAN en Edomex. ¿Ah, sí? ¿Así nos llevamos? Pues entonces vamos a denunciar a la candidata de Morena por haber hecho descuentos indebidos que configuran varios delitos electorales. ¿Que las encuestas no me favorecen? Pues entonces saquemos a relucir los vínculos del primazo con Higa y con Odebrecht. ¿Conque esas tenemos? Pues nosotros también tenemos en el sombrero de mago el aumento del secuestro en Texcoco.
Y así fueron las campañas, de acusación en acusación. De la denuncia del error a la del escándalo. Si me das uno, yo te doy dos, si tú me das dos te asesto cuatro. Que nadie se diga sorprendido si el próximo cuatro de junio gana la abstención, porque la mayoría de los partidos estuvieron trabajando arduamente en ello, en alejar a los electores de las urnas, en esconder sus posturas acerca de algunos problemas para después dar la sorpresa, pero en sacar a relucir todos los defectos posibles del contrario.
Como si no fuese suficiente con las acusaciones mutuas, las patadas, pellizcos y cachetadas entre partidos, todavía quedaban las rencillas entre personajes del mismo partido, y así vimos también a funcionarios o miembros de partido actuando en contra de algún correligionario, ya sea con una decisión impopular o con golpes debajo de la mesa. Siempre he defendido el voto informado, reflexionado y responsable. Pero con este tipo de campañas ¿cómo?
ramirezmorales.pilar@gmail.com
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