Las corrientes críticas, democráticas o democratizadoras dentro del PRI a nivel república no hacen más que recordar a su enclenque estructura de poder partidista que ya ni ellos, la vieja guardia –que ya es decir- aguantan el desprestigio y la escalada de corruptelas que empiezan desde la misma presidencia de México.
El PRI a lo largo de sus 86 años de vida siempre fue seriamente cuestionado.
Tres veces tuvo que cambiar sus siglas -PNR-PRM-PRI- para distraer al electorado, pero no pudo más cuando a partir de l987 con la llegada justamente de una “Corriente Democrática” dentro del PRI, dio lugar a una escisión que se tradujo en 1988 en su primera derrota aplastante a manos de un priista de toda su vida, Cuauhtémoc Cárdenas a quien terminaron robándole la elección para entregarla al mas importante socio del crimen organizado, Carlos Salinas.
De ahí pal´real… pero nada pudo hacer por recobrar la legitimidad.
El PRI no levantó más.
Primero entregó al PRD la ciudad de México en 1997 –al propio Cuauhtémoc, luego al Peje- y ya para el 2000 pactó la sucesión con el PAN de Fox, misma que recobra 12 años después con el regreso de Salinas disfrazado de Enrique Peña Nieto.
Con ello el regreso de los vicios y el descrédito nacional que ya mismo tiene en el dintel a Morena que pretende llevar a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República.
Este breve recuento nos coloca pues en un presente que arroja dos análisis, uno a nivel nacional y el otro en nuestro presente veracruzano.
Hoy bien se afirma que si la disciplina partidista fuera un partido político, gobernaría el país con holgada despreocupación. Esa obediencia, sin embargo, que inventó el PRI en el siglo XX, hoy es revisada una y otra vez, para evitar peores daños cuando los desacuerdos entre las cúpulas del poder se hacen públicos.
Se trata de una tribu priista que no tiene mayor influencia al interior del partido pero que deja ver las fisuras que esconde el impenetrable rigor priista.
"Una reflexión honesta sobre la realidad de los recientes resultados, licenciado Enrique Ochoa, debería llevarlo a renunciar a la Presidencia del CEN", se leyó en la carta de Democracia Interna, expuesta por viejos priistas encabezados por Manlio Fabio Beltrones.
Lo acusan de hacer "cuentas alegres" y de no estar a las órdenes del partido sino que su desempeño en la dirección nacional del PRI es como "una obligación personal de responder a quien lo eligió a usted".
"No entendemos bien su lectura. ¿Cómo es posible que hable usted de un partido triunfador? Seamos autocríticos, no hagamos cuentas alegres... No comprendemos tampoco el por qué de su certeza en continuar al frente del PRI hasta el 2019. Manlio Fabio Beltrones, ante los resultados del 2016, decidió dar paso a una nueva dirigencia que pudiera conducir con nuevos bríos a nuestro partido", refiere el texto anti-Ochoa, durante una reunión privada de 89 connotados priistas protegidos bajo el manto de Manlio Fabio.
Exigieron la renovación de la dirigencia nacional (y no sólo de Ochoa, también de Ruiz Massieu).
"Si hay oídos sordos, repensaremos qué vamos a hacer ya que estamos hasta la madre de seguir perdiendo el prestigio del PRI", expresó el ex diputado José Ramón Martell.
La razón es que la rentabilidad electoral, la competitividad del PRI, ha caído en 4 millones 900 mil votos y ya se habla de que hay cierto interés de que el PRI postule a un panista, quitar ciertos candados y derechos de la militancia para abrirlo y que sea un candidato PRIAN.
Ello para la corriente crítica del PRI es inadmisible, tanto que el viejo priismo está dispuesto a darle la vuelta a la estrategia del primer priista Enrique Peña Nieto.
"Hay que tener mucho cuidado con eso de aliarse con el PAN porque en realidad lo que puede pasar es que el priismo histórico se alíe con Morena", concluye la admonición de los priistas, llamémoslos, tradicionales.
En tanto en Veracruz la disidencia priista crece.
El PRI de Renato Alarcón busca desestimar a los grandes sabios de la política –por su edad- a Eduardo Thomae, Manuel Ramos Gurrión, Arturo Nájera, Carlos García Méndez, Ricardo Olivares Pineda y otras personalidades de gran valía, ignorando que tras sus censuras se esconde la brutal realidad que vive el desprestigiado PRI veracruzano que encabeza.
Luego de la caída que tuvo el PRI en las pasadas elecciones donde aliado con el PVEM obtuvo apenas 48 alcaldías surgió la llamada Corriente Crítica.
Uno de sus objetivos, comentaron, es fortalecer la estructura de ese instituto político y estar pendiente de que los cambios que se hagan sean para mejorar a ese partido, ante el proceso electoral del 2018.
El escenario pues, no es nada halagüeño, particularmente porque dos viejos gallos ya afinan espolones, Miguel Angel Yunes y Dante Delgado de cara a un cacharro viejo que es el PRI en Veracruz.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |