A menos que el diablo meta la cola, no se ven más candidatos en el horizonte. Bueno, en realidad sí se ven, pero muy lejanos.
Lo que ya hicieron tanto Peña como Videgaray fue escoger al abanderado del tricolor a la gubernatura de Veracruz y el ganador se llama José Yunes Zorrilla.
Si algo tienen ambos personajes es ser agradecidos, y lo están con el senador veracruzano que cabildeó sin descanso la Reforma Hacendaria que amenazaba con irse a pique.
En la Asamblea Nacional que fue clausurada este sábado por Peña Nieto, José Yunes ocupó un lugar destacadísimo al presidir en Toluca la Mesa Temática de Programa de Acción.
Pero hay más; ha sido un senador discreto pero eficaz que ha bajado recursos para sus paisanos como pocos legisladores en la historia de la entidad, y sin andarlo presumiendo. Gracias a su trabajo se ha granjeado el respeto incluso de sus adversarios.
Tan es candidato del partido que hasta el líder del PRI Enrique Ochoa Reza lo sabe, y solo está esperando la orden de su jefe Peña Nieto para oficializar la candidatura urbi et orbi.
José Yunes Zorrilla es muy amigo no sólo de Luis Videgaray, sino del ahora presidenciable José Antonio Meade.
¿Pasará algo con su candidatura si el designado a la presidencia es Aurelio Nuño? Nada en absoluto. Reitero, esa ya la tiene el senador en la bolsa.
Si Meade resulta candidato a la presidencia los priistas de Veracruz lo van a recibir con fandango, lo van a apapachar y por supuesto le manifestarán su apoyo. Y si el elegido es Aurelio Nuño el recibimiento será casi igual.
¿Por qué casi?
Algo que le estorbará sobremanera al joven titular de la SEP es su amistad con un tuxpeño.
Resulta que Aurelio es súper amigo de Alberto Silva Ramos, el duartista número uno de la entidad y uno de los políticos más rechazados por el priismo veracruzano.
Pero el rechazo no es sólo de los priistas. Su amistad y la defensa a ultranza que hizo del gobierno de Duarte le valieron la animadversión de toda la clase política veracruzana que simplemente no lo puede ver.
Para colmo, trae broncas legales por un presunto desvío multimillonario de recursos públicos que lo pueden mandar a prisión.
¿Qué pasará cuando los periodistas le pregunten sobre su amistad con Silva Ramos?
Pues no creo que pase nada. Si Pedro negó a Jesús y lo negó hasta tres veces. No veo porqué Nuño no pueda negar a Beto. Y no necesitará negarlo tanto. Con una vez que lo haga bastará para que el tuxpeño se dé cuenta de cuán miserable puede llegar a ser la política y Aurelio Nuño continúe su gira proselitista apapachado (y hasta con más enjundia) por el priismo jarocho.
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