Es el desquite que sale de lo más profundo de las vísceras del efímero gobernante Miguel Angel Yunes.
Los periodistas para el señor Yunes son una bola de ignorantes, los que necesitan leer, los que andan ávidos de embutes para poder escribir bien de los “logros” del gobierno, los mentirosos y mentirosas como la reportera Verónica Huerta madreada en días pasados por la policía durante un desalojo carretero en Nautla.
Los periodistas somos los que estamos ligados con el crimen organizado y que andamos resentidos porque el gobierno nos niega convenios financieros.
Los periodistas de Veracruz estamos negados a la libertad de expresión que no es otra cosa más que el derecho que tiene todo ciudadano a manifestar su propio pensamiento por las vías del verbo, los escritos o difusión de ideas por cualquier medio, porque el gobernador así lo decidió, de hecho, lo decretó.
Le vale que la lección primaria de toda convivencia social señale que la libertad de expresión comporta el derecho de toda sociedad a recibir información y a conocer ideas de otros, con el fin de que cada quien forme su criterio.
Para el empoderado en la microsilla gubernamental lo que importa es que se difundan las “cosas buenas” que ni con la lámpara de Diógenes se encuentran. Y si lo que nos agobia.
No soporta que difundamos la brutal realidad de Veracruz.
Ser los primeros en secuestros y robos a casa habitación, 900 homicidios dolosos en los primeros siete meses, el intocable imperio de los cárteles, los huachicoleros, la alerta ciudadana de Estados Unidos de no viajar a Veracruz por el peligro que representa y el miedo a invertir por la inseguridad.
No cabe en su escenario que seamos los primeros en deuda pública y privada “¡Pinche Duarte!”, desempleo, quiebra financiera que impide atender a los jubilados y pensionados; quiebra en la Universidad pública, cero abasto en hospitales, carreteras en mal estado y los primeros en tener un mal gobierno. “¡Pinche prensa!”, dirían los clásicos.
Eso sí.
Quien nos gobierna es requetebueno para la venganza. Para todos los días contar una nueva historia del sátrapa de Duarte, su familia, socios y aliados. Todos los días desayunamos con la novedad de que ahí viene el garrote contra los raterazos que ya cooperaron devolviendo parte de lo malhabido… pero se necesita más, mucho más aunque el dinero nomás no aparezca, se deposita en las cuentas de Finanzas para al otro día ser retirado.
Un balazo en el corazón segó la vida de Cándido Ríos, corresponsal del Diario de Acayucan y fundador de La Voz de Hueyapan ¿Acaso importa?.. 22 periodistas más también fueron asesinados en el pasado reciente y no pasó nada, solo los criminalizaron para darles carpetazo.
Y la libertad de expresión como elemento indispensable para la formación de la opinión pública y la existencia de un debate abierto de interés público que facilite el pluralismo, la participación y rendición de cuentas ¿dónde queda?
Pues en el basurero.
Ya decía el comunicólogo Arturo Zaldívar que el periodismo es fundamental en la construcción de las sociedades democráticas. Creo, sin embargo, que este amigo se equivoca porque en un estado chicharronero como Veracruz lo último que importa es el periodismo y la democracia.
Eso de que la prensa es el espejo del poder para este este gobierno es solo una jalada, al igual quesque los periodistas son los centinelas del poder.
Mariguanadas aquellos que piensan que consustancial al periodismo es la crítica y defensa del poder; que sirve para revelar las tramas de corrupción y abuso; para dar una versión distinta a la oficial y aportar opiniones que creen percepciones.
Las percepciones en Veracruz no existen, pero si la ley del garrote.
El periodista Cándido Ríos Vázquez, incorporado al esquema de seguridad del Mecanismo para la Protección de Defensores de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación y con la “asesoría jurídica” de un organismo de gobierno chafa encargado de la protección a los periodistas CEAPP, de todas maneras fue asesinado.
Ya había sido amenazado de muerte y golpeado por el exalcalde de Hueyapan, Gaspar Gómez y nadie hizo nada.
El gobierno del estado desde su arranque abdicó en su deber de garantizar la libertad de expresión y por el contrario en el día a día se ha empeñado en interferir la propagación de las noticias, ideas y opiniones, así como voltear, como si la virgen lo mirara, ante el cierre en cascada de medios oficiales y no oficiales, de análisis y de crítica.
Se ha hecho tabla rasa.
Garantizar la vida e integridad de los comunicadores en riesgo no es una concesión gratuita o gracia del gobernante. Es su obligación.
Voces de todo México, vaya hasta la propia aliada y jefa política de Yunes Linares, doña Margarita Zavala, aspirante presidencial, ha censurado el asesinato del periodista Cándido Ríos Vázquez.
Notiver en su portada a ocho columnas –tal como no le gusta al gobernador- titula “Otro Más. Matan al periodista Cándido Ríos en triple crimen”. Ciro en la TV también la destaca como principal y el gremio en su conjunto –checar redes sociales- reprueba tan criminal acción.
El gremio, en efecto, es muy desunido, pero a la largo de 43 años de ejercicio profesional he observado algo que es recurrente entre los periodistas quienes en los momentos cruciales actúa de manera parecida a los taxistas: no te metas directamente con ellos porque se unen y terminarán rompiéndote la madre.
Y si no…
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |