Un solo ejemplo, la Fiscalía Regional Veracruz ubicada en la carretera Veracruz-Xalapa, por el aeropuerto, donde las instalaciones son por demás cuestionables. Le haré una descripción [la de Boca del Río está exactamente en la misma decadencia y las oficinas de peritajes, están peor aún] más o menos detalle de sus condiciones:
Una gran puerta de cristal –sucia- da acceso a la Fiscalía. De lado izquierdo, se puede apreciar una pequeña salita de espera conformada con sillas negras en mal estado. Son realmente pocas, lo cual hace imposible que la gente pueda esperar sentada para ingresar a interponer sus denuncias o accesar para observar los avances de sus expedientes. El calor en ese lugar es insoportable, pues no existe aire acondicionado ni mucho menos ventiladores. Al frente, la recepción, un gran mostrador maltratado donde detrás de él se encuentra una mujer quien es la que da acceso a las instalaciones o pide a la gente se siente -donde pueda- para poder esperar su turno. Su área de trabajo, una computadora vieja, un teléfono y una libreta.
Existe otro filtro más adelante, un hombre de edad avanzada que amablemente orienta a las personas hacia cuál de los tres accesos tiene que ingresar para hacer el trámite correspondiente. Fue un verdadero placer hablar con él. De los tres accesos posibles tuve la oportunidad conocer todos, pero ninguno –con relación al espacio- se veía en mejores condiciones que otro.
Al lado izquierdo del segundo recepcionista, se encuentra una puerta que te lleva un pasillo en donde hay pequeños cubículos de lado derecho y mesas tipo escritorios en filas, de lado izquierdo. Al fondo un fiscal. El desorden es evidente, pero no porque el personal quiera, sino porque no existe posibilidad en un lugar tan estrecho tener un espacio libre y organizado. Las computadoras donde capturan las denuncias, son arcaicas y un trabajador del lugar me confesó que la impresoras son de ellos, porque el titular no quiso comprar unas nuevas argumentando falta de dinero. La limpieza del lugar es casi inexistente, pero no importa, porque mientras la oficina del titular este “pomposa” y bien limpia, el resto es algo que no le preocupa.
El otro acceso son unas escaleras y a un lado otra puerta, donde desde afuera se ven los escritorios más o menos ordenados, de lado izquierdo más cubículos y al fondo una sala de juntas y luego, al lado, una puerta que da acceso al espacio donde se supone despacha el fiscal regional.
La zona más fea y crítica es la superior. Es un verdadero “palomar”, donde el desorden es tan evidente y desespera. Un nutrido grupo de personas se le puede ver detrás de los escritorios y a su alrededor, expedientes por todos lados –hasta en el suelo- que seguramente son los que se mantienen aún abiertos, esperando que se cumpla el término de la ley –sin hacer un mínimo esfuerzo por resolverlos- para luego enviarlos al archivo muerto como casos cerrados. No soy pitonisa, pero la flojera y el burocratismo emanan en el lugar y no hay en verdad la mínima sospecha de alguien le preocupe no estar haciendo nada. Todo un equipo haciendo la vulgarmente denominada “hora nalga” y se hay algunas que de plano visitan al compañero en su espacio y se sientan a platicar plácidamente. No les corre la vida. Estuve en ese lugar aproximadamente 40 minutos y no vi intención alguna de dos mujeres que estaban en funciones cerca de mí, de ponerse a trabajar pues mantenían una conversación incesante.
Las condiciones de esa zona igual, desagradables. Paredes blancas pero con evidente falta de mantenimiento. Climas y lámparas en mal estado, escritorios muy viejos con computadoras que en lo personal ya no recordaba que en algún momento existieron en la historia de la tecnología.
Una ciudadana se acercó a uno de los ministerios públicos para solicitar un “papel” que requería para hacer un trámite que el INFONAVIT le exigía, luego de que su pareja tenía un año de desaparecido –que pensar de avances en el tema de parte de ese personal falto de congruencia- y la casa a donde ella habita actualmente estaba a su nombre. El joven, con una actitud verdaderamente inaceptable, le respondió a la mujer –que decía ya tenía rato esperándolo y que requería para ese día dicho documento-: “Me permite, estoy atendiendo a la señora” dirigiéndose a mí. La mujer de evidente bajos recursos, se hizo a un lado un tanto regañada por el hombre joven de tez morena y prepotente. Eran aproximadamente las 14:30 horas de la tarde y en segundos después de mirar el reloj, éste le dijo que ya no la iba atender a esa hora porque él salía a comer en media hora y regresaba hasta las 18:00 horas y por ello la podría atender hasta las siete de la tarde-noche. ¿Cuatro horas para comer le otorgan al personal Jorge Winckler? y la dependencia se queda paralizada pese al exceso de personal que mantiene. Burocratismo vil y también, falta de servicio de quienes trabajan en el lugar.
En conclusión, interponer una denuncia en la Fiscalía General del Estado (FGE) es considerada ya una falacia. Hace unos meses interpuse una en contra de quien resultara responsable por los daños ocasionados a mi automóvil, al cual lo impactaron el 07 de julio del año curso afuera de mi domicilio, cuando éste se encontraba estacionado. Entregué videos del momento del golpe que le dieron a mi vehículo como prueba –desafortunadamente no se puede apreciar el número de placas- en donde se veía perfectamente el color del auto, la marca y la forma de como la persona que operaba la unidad, colapsaba con mi vehículo.
Ese mismo día en mi desesperación por intentar dar con el paradero del sujeto que golpeó a mi coche, detecté un carro en el fraccionamiento donde resido, del mismo color del vehículo que le pegó a mi unidad y con un golpe en la parte del copiloto que coincidía con los daños de vehículo. Mandé fotos por WhatsApp al Policía Ministerial que llevaba mi caso y éste más tarde, se puso en contacto con una servidora para determinarme que la unidad que yo le había señalado no era quien había golpeado mi automóvil, por las características del vehículo –era un auto mucho más grande- y por la forma del golpe que tenía, se descartó. En la audiencia que tuve el lunes pasado, el fiscal a cargo de la investigación, irónicamente y con la finalidad de hacer como que trabajaba, me dijo que la única línea de investigación en la que se había concentrado era sobre el reporte del auto que localicé en mi fraccionamiento. Es decir perdió un tiempo valioso –dos meses- y se concentró en investigar un hecho ya descartado. “No se puede descartar nada (…) Aunque honestamente el dueño de ese carro no ha venido a comparecer”. Es decir, no habían hecho absolutamente nada por el tema.
Se tomaron dos meses para retomar la misma línea de investigación y que seguramente me dirán lo que ya sé, que no es el auto que le pegó al mío. Y jamás instauró otras líneas de investigación, y se concentró absurdamente en un hecho que ya no tenía ni caso indagar. Nunca solicitó a Sefiplan registros de los autos inscritos en la zona, jamás realizó la estrategia de mandar a Policías Ministeriales a pedir a los talleres de laminación sobre un auto de las características que resaltan en el video, ni tampoco les indicaron a los policías ministeriales que realizaran un recorrido en la zona para detectar el automóvil.
Hoy, a dos meses, después de no haber hecho nada, el fiscal a cargo, me dice que realizará otra acción. Le pidió a uno de sus colaboradores que ordenara a la Policía Ministerial (PM) que detectaran las cámaras de vigilancia instaladas en la zona para ver otro ángulo del auto. A dos meses, pretende obtener evidencias de ese tipo, a dos meses de distancia cuando las grabaciones sólo prevalecen en los dispositivos 15 días. 60 días tuvo y con videos en mano la FGE y no pudo dar con un auto que se dio a la fuga para que pagara los daños que originó por un descuido o un “borrachazo”.
¿Qué pueden esperar las personas que mantienen procesos abiertos por asesinatos, desapariciones o secuestros de algún familiar?
¿Qué pueden esperar los familiares de los colegas asesinados?
¿Qué pueden esperar los colectivos de que la FGE quiénes esperan que les dé resultados sobre los cuerpos que fueron localizados en fosas clandestinas?
¿Cómo podemos pensar que Jorge Winckler Ortiz pueda estar dando resultados, si realmente está simulando hacer justicia?
¿Cómo creerle cuando lo único que vemos es que hace política con la justicia y no muestra realmente ningún tipo de seriedad a favor del dolor de miles de veracruzanos?
¿Cómo podemos pensar que tiene un personal calificado cuando vemos instalaciones realmente cayéndose a pedazos y a personal que transcriben las denuncias de los ciudadanos que asisten a la FGE y no saben ni escribir su nombre correctamente?
Denuncias con faltas de ortografía y horrores de sintaxis. Cómo podrías pensar que este personal sin ningún tipo de capacitación pueda aplicar adecuadamente el nuevo sistema penal acusatorio tan ambicioso.
¿Cómo pretende que ese mismo personal sin elementos de ningún tipo, pudiera operar con destreza las tecnologías en el caso de que pudieran invertir en ellas, sino saben operar el equipo arcaico que tienen?
¿Cómo podríamos pensar que la FGE tiene policía cibernética, cuando las instalaciones se están cayéndo a pedazos –hasta los baños están peores que en las terminales de segunda de un rancho-, no tienen ni equipo de cómputo aceptable, ni impresoras, ni tampoco se pueden intercomunicar vía satélite o internet con otras dependencias como la Policía Federal o Estatal en el caso de robos de autos o secuestros?
La Fiscalía en el estado de Veracruz –desconozco las condiciones de éstas en otras partes del país- está sobreviviendo, simulando y burlándose de los ciudadanos; argumentando que hacen investigaciones serias, cuando desafortunadamente no hacen absolutamente nada. Un caso tan simple como el que presenté no lo pueden resolver, teniendo evidencias en las manos; imagínese usted amable lector, la causa por la que no avanzan –ni avanzarán- en el tema de desapariciones y secuestros. No tienen ni la remota idea de cómo hacer su trabajo.
Desafortunadamente el poder judicial intenta trascender, dar un salto a un sistema de vanguardia como la que se ejecuta en el resto del mundo, utilizando mecanismos y tecnologías que fueron utilizados en el siglo pasado. Pretende ponerse al nivel de países de primer mundo, en donde existen verdaderos científicos encargados en llevar a cabo las investigaciones, logrando resolver casos verdaderamente complicados, y hasta se pueden dar el “lujo” de dar con los infractores.
México se encuentra detenido por la corrupción y la impunidad. Es un país en donde los políticos desvían a manos llenas el presupuesto de sus dependencias a sus cuentas personales, impidiendo con ello, competir con cualquier país de primer mundo. Un país como el nuestro, en un estado como Veracruz, donde el fiscal General del Estado, está más preocupado por bajar de peso, por servirse desde su posición para ordenar a sus aviadores a instaurar campañas de odio en contra de la prensa en Veracruz, quienes han profanado su confort y servilismo con el ejecutivo estatal. Un fiscal que está más preocupado por llevar al dedillo las órdenes de su jefe supremo y politizar su paso en la FGE. Por mantener más en los penales a presos políticos –como a José Carlos Guevara Moreno- que a los verdaderos delincuentes –Pascual y sus secuaces-. Y cuando a sus amigos no les queda más que llevarlos a la cárcel –por asesinato- los mantiene estratégicamente en hospitales en la zona VIP argumentando que están enfermos, para brindarles privilegios.
Una realidad deshonrosa, de alguien que cuando operaba como simple abogado defensor, padeció cada una de las vilezas de Luis Ángel Bravo Contreras y hoy, de la misma forma, atropella a quienes solicitamos que haga uso de sus facultades; constatando que ni un cambio se logró con su llegada y hasta podemos decir, que estamos peor que cuando estábamos “jodidos”. |