En México los gasoductos se han satanizado desde hace muchos años. Recuerdo que cuando estaba en secundaria alguien dijo que harían uno de Tuxpan a Texas y se alborotó la raza tuxpeña al grado que hubo hasta manifestaciones.
Pero todo fue puro cuento porque en aquel tiempo lo único que podía enviar de Tuxpan a Texas por un gasoducto eran braceros. Pero la izquierda setentera se encargó de repartir unos panfletos donde aseguraban que los gasoductos explotan. ¡Y claro que explotan!, si se manejan inadecuadamente. En los panteones hay decenas de huachicoleros que no me dejarán mentir.
En la actualidad y con el nuevo puerto de contenedores en Tuxpan se anunció a nivel nacional la construcción del gasoducto Tuxpan-Houston y nadie en absoluto ha protestado.
¿Qué pasó con el gasoducto Xalapa-Coatepec-Emiliano Zapata? Que faltó información; al menos eso me dijo el alcalde Américo Zúñiga cuando lo entrevisté a mediados de agosto.
Pero a eso hay que agregar la mala leche y la corrupción. Me explico.
Sin decir agua va la empresa encargada de su construcción aprovechó la rehabilitación de la carretera Xalapa-Coatepec para comenzar meter sus tubos a un costado de la rúa y eso no se vale.
Esto provocó el enojo de la ciudadanía que alegó, y con justa razón, que no los tomaron cuenta para la construcción de la obra. A esto se sumaron ambientalistas y los izquierdistas setenteros que alborotaron la gallera. Y tan la alborotaron que si tu lector, le preguntas a diez xalapeños si quieren el gasoducto, nueve te van a contestar que no.
Otro problema es que al parecer la obra se está haciendo al ay se va. No pocos ingenieros han denunciado que los tubos están mal soldados y esto es un acto de corrupción que no se debe permitir.
Pero al final de cuentas el gasoducto se construirá.
Todo es cuestión de que las autoridades que aprobaron el proyecto junto con la gasera encargada de su ejecución, nombren a una persona que informe con claridad a los habitantes de tres municipios sobre las bondades, seguridad y beneficio económico que les redituará el gas entubado.
Nomás que así como están las cosas ¿quién será el valiente se eche ese trompo a la uña?
Nada como buscar a un suicida en potencia; alguien que muestre desdén por la vida y no sienta temor a morir linchado.
Tres años de espera
El pasado mes de julio escribí en este espacio sobre el viacrucis del maestro Morene López Salas, que después de 28 años de servicio tuvo que presentar su renuncia por invalidez. Y ahí comenzó su calvario que ya lleva tres años porque lo han traído a las vueltas con su finiquito.
El maestro López Salas avecindado en Tuxpan, ha hecho incontables viajes a la ciudad de Xalapa gastando en pasajes, comidas y hospedaje un dinero que no tiene porque carece de otros ingresos.
Pero al parecer ya alcanza a ver una luz al final del túnel.
El pasado 23 de agosto la SEV se dignó al fin contestarle con una misiva firmada por Rolando Quiroz Lagos, Jefe del Departamento de Nóminas del Sistema Federal de la SEV y que transcribo textual:
“En atención a su escrito de fecha 5 de Julio del presente en el cual solicita realizar trámites correspondientes para el pago de los adeudos de Aguinaldo y Prestaciones de fin de año, le informo que efectivamente su pago se generó en la Quincena 17/2015 4ª. Complementaria la cual se encuentra en espera de disponibilidad presupuestal por parte de la Secretaría de Finanzas y Planeación, toda vez que es originado con presupuesto del año 2014 (Recurso FAEB). Atentamente…”
Algo así como: en efecto maestro, le debemos, pero le pagaremos quién sabe cuándo.
Y ante esto no queda de otra más que decir tres palabras: Qué poca madre.
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