Así, lo que bien funcionó el año pasado durante la campaña electoral que llevó a Miguel Angel a ganar la gubernatura a partir del enojo ciudadano, hoy es una pesada lápida para el gobierno estatal que ya no sabe cómo regresar la confianza ciudadana para imponer al junior.
La bandera Duarte se agota.
La desesperación se hace evidente al aparecer en días pasados una tosca publicidad donde se muestra a un superhéroe (Miguel) erigido ante un ladrón esposado y con antifaz de delincuente (Javier) con la leyenda “Gracias al cambio, los ladrones ya están en la cárcel. Miguel Angel Yunes. 1er. Informe de Gobierno”.
En otro se ve a Javier Duarte y a su esposa Karime con la leyenda: “Dice que merece abundancia ¡Yo digo que merece cárcel! Miguel Angel Yunes Linares. 1er. Informe de Gobierno. Gracias al cambio”.
Otros espectaculares más igual de ofensivos en donde se hace uso de oficial del escudo del gobierno, desataron la crítica de los moderadores de opinión, así como la profusión de los llamados memes satirizando al “Chapulín Colorado” (Yunes).
El senador José Francisco Yunes Zorrilla censuró que se persista en las campañas de exacerbación del enojo ciudadano y el escarnio que se hace del ex mandatario.
En tanto los más importantes moderadores de opinión hablan de la desesperación de Yunes Linares ante el estado de inseguridad y quiebra financiera que vive Veracruz.
Le recuerdan asimismo la protección e impunidad para los Duartistas que si aflojaron dinero y apoyo político, así como la insana intención de confundir la ley con embozadas campañas preelectorales en favor de su hijo.
Mientras expertos juristas apuntan que Javier Duarte es inocente hasta que un juez, luego de desahogar todas las pruebas, determine su culpabilidad o inocencia.
A la par, se registra la inmediata respuesta jurídica de la defensa de Duarte, que de prosperar darían lugar a la puesta en libertad de quien no sabemos si se robó cien, 400, 35 mil o lo 80 mil millones de pesos, última cifra difundida por el aparato de gobierno estatal.
En ese escenario de desatino tras desatino hay quien opina que Duarte está con un pie fuera de la cárcel.
El caso Karime es peor.
Juzgada y condenada por la Yunicidad –no así por la PGR y la propia Fiscalía veracruzana que la han exculpado- es objeto de la ofensa, el desprecio y la grosería oficial.
Es inédito el odio de Yunes Linares hacia la ex primera dama de Veracruz. Un coraje llevado al paroxismo. Un romper reglas inviolables de la política que podrían revertirse a su propia familia en unos meses más cuando deje el poder.
Pero regresando al punto.
Como diría Peña Nieto, “como ningún chile le acomoda”, el mandatario veracruzano insiste en culpar a los periodistas de sus yerros. “Lo que no voy a hacer es llegar a acuerdos con los periódicos que piden dinero para publicar cosas positivas”, ha dicho el mandatario.
Consecuentemente, en esa simpleza dialéctica de pago por aplauso, el gobernador seguirá recibiendo hasta el final de su mandato –ya le falta poco- el desprecio y cero encomio de los medios y sus representantes que caro habrán de cobrarle las ofensas ahora que vengan las campañas electorales y pida “chichi” para su hijo.
Así, el repudio veracruzano y nacional, gracias al efecto boomerang, empieza a revertirse en favor de Javier Duarte.
Se mueve en su favor gracias a la inopinada propaganda del primer informe en donde el Superman jarocho nos trajo ¡Gracias a Dios! el bienestar, el progreso, la tranquilidad, el empleo, y una familia que ojalá nos dure muchos, muchísimos años, en el poder.
Ver la cara seria de Yunes Linares, su gesto hosco, brazos cruzados y esa fiera mirada sobre Javier Duarte todo sucio, esposado, con esa barba que recuerda al “Brutus” de Popeye, son reflejo de una inopinada campaña que en lo inmediato se le revirtió.
Alguien le aconsejó mal.
Más bien, al no aceptar el consejo de nadie, él mismo se aconsejó que el odio ciudadano sería su plataforma, que su personalismo sería la fórmula del éxito, que la publicidad exagerada y engañosa lo legitimaría y en que la percepción, en la que sí cree, sentarís las bases del perpetuamiento de su mando.
Se equivocó.
Olvidó que la sociedad civil está despierta; que no hay aprobación ante la desproporción mediática y que, de verdad, la gente está hasta la madre de tanta “caja china” que no arroja más que encono, división y una eterna lucha en donde ojalá el único perdedor fuera el señor Yunes.
Somos los veracruzanos los que vemos con vergüenza un ring de disputas ajenas a lo nuestro y que jamás pensamos se darían producto de un voto equivocado.
Ya vienen nuevas elecciones. Equivocarse, como ya lo vemos, es fatal.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |