A partir de este jueves, incluso en los canales de paga, verás lector a decenas de sujetos y sujetas prometiéndote el paraíso y sus encantos si votas por ellos.
¿De quién fue esta idea? Pues de los diputados federales, de quién más. ¿O es que alguien conoce a personas más obtusas?
Debido a que en el 2006 la gente de Andrés Manuel López Obrador se quejó de que su gallo había perdido la elección, entre otras cosas, porque la iniciativa privada pagó unos spots donde afirmaban que era un peligro para México, los diputados idearon y aprobaron una reforma electoral que prohíbe a partidos políticos y particulares comprar espacios en medios de comunicación para hacer proselitismo electoral.
La Ley, como casi todas las que hacen los diputados, fue hecha sobre las rodillas y establece que ahora los tiempos oficiales en los medios los maneje “de manera equitativa” la autoridad electoral.
¿Y quién da el dinero a la autoridad electoral? Pues los mexicanos que pagan sus impuestos.
Lo paradójico de esta situación es que mientras pegamos de gritos porque un sujeto sectario y racista llamado Donald Trump, nos quiere poner un muro en la frontera norte y exige que lo paguemos, guardamos vergonzoso silencio cuando literalmente nos están obligando a pagar más de 59 millones de spots infumables y vomitivos, que no nos van a redituar absolutamente nada.
En 2012 y 2015 tuvimos una probada de la mentada equidad partidista y quedamos hastiados y asqueados. Y a partir de este jueves nos la van a volver a aplicar.
Y es aquí cuando uno se pregunta, ¿se necesita esa cantidad de spots para que un ciudadano reafirme o cambie su intención del voto?
Cada vez que uno interroga a un funcionario del INE sobre el fenomenal dispendio para las elecciones, invariablemente contesta que es porque la democracia cuesta caro, pero eso es una falacia.
Hace 2 mil 500 años, los atenienses que fueron los inventores de la democracia, hacían sus elecciones votando con piedras. En cestos de paja ponían una piedra blanca si querían que los gobernara el candidato Fulano, o una piedra negra si deseaban que fuera Zutano. Y nadie votaba dos veces, es decir, no había carruseles, ratones locos o urnas embarazadas.
En países de la Unión Europea como España, la gente vota con su licencia de manejar si olvidó su credencial de elector. Y ese voto cuenta.
Es una vergüenza que en este país se gasten miles de millones de pesos en unas elecciones presuntamente súper vigiladas, si al final terminarán dilucidándose en los tribunales electorales, con lo que el voto ciudadano habrá valido sorbete lo mismo que los miles de millones de pesos gastados en las campañas.
Este atentado visual y auditivo que estamos a punto de padecer durante los próximos doscientos días, debe ser revisado y condenado. No es posible que se permita una situación de esta naturaleza.
Esto debe cambiar y si no lo promovemos los ciudadanos, los zánganos mantenidos que tenemos en el Congreso Federal seguirán cometiendo babosadas como la de avalar más de 59 millones de spots para un proceso electoral.
Pero mientras eso sucede, acomódate en tu sillón favorito, lector, y prepárate a recibir una millonaria andanada de mensajes insulsos e idiotas que ningún bien le hacen a la democracia de este país.
bernardogup@hotmail.com |