Siete de los ocho hijos de Isaí pasaron frente al profeta, todos de buen parecer (bien ponchados y mamados dirían en mi pueblo), pero ninguno agradó a Dios.
¿Son éstos todos tus hijos? Preguntó Samuel y el padre respondió: “Queda aún el menor que apacienta las ovejas”. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. (1 Samuel 16:11)
David, el menor de 8 hermanos que ya eran parte del ejército, el que cuidaba las ovejas, el que no tenía el perfil esperado, vino a ser el elegido para ser el siguiente Rey de Israel.
Pero su verdadero perfil lo demostró en su participación en ese famoso evento de la guerra, en el que un gigante del ejército de los filisteos tenía apanicados a todo el ejército de Israel y que todos le “sacatearon al parche” (así lo decíamos en mi barrio tuxpeño), llegó David con las tortas que mandó su padre a sus hermanos y se dio cuenta del agravio y se indignó y se plantó frente al gigante y lo retó.
Si checamos el perfil del gigante, sin duda sus grandes fortalezas eran su fuerza, su tamaño (que aquí si importa), su entrenamiento formal en la milicia, su valor para la guerra y una mega espadota marca acme que seguramente partiría a una persona sin ninguna dificultad.
En comparación del perfil de David que era valiente, entrenado en la informalidad del campo, donde tuvo que luchar contra osos y leones para defender a su rebaño, con sus manos, con piedras, con su honda, pero principalmente con el coraje de quien ama lo que hace y pone en ello todo su corazón.
El gigante lo retó a acercarse porque buscaba llevarlo a su terreno, donde por su fortaleza era fácil vencerlo; David peleó desde la fortaleza de su perfil y a la distancia tomó una piedra, la colocó en su honda, la giró sobre si mismo y cuando estuvo seguro la lanzó directamente a la cabeza del gigante el cual cayó fulminado ante la mirada incrédula de propios y extraños.
Cuando se juzga el “perfil” de las personas, pudiera no corresponder con la lógica de los resultados esperados, principalmente cuando el perfil es académico y en la práctica no se tiene mucho que presumir, salvo las estrellas del rango, lo brillante del uniforme y la enorme espada, además del poder del puesto y el respaldo del poder político.
La práctica diaria ha forjado en muchos ciudadanos un perfil de guerreros sin uniforme de gala, luchadores descalzos con la piel curtida por las heridas que han tenido que pelear con osos y leones para llevar a sus casas el alimento de sus hijos. Sin espadas, sólo con piedras y con sus manos lastimadas, pero con un enorme corazón lleno de amor por su familia, por su ciudad y por su gente.
La Biblia dice que David era un hombre conforme al corazón de Dios y esta es una gran diferencia de lo que significa buscar al hombre con el perfil indicado. Es mi pienso.
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