Era septiembre del 2015.
El entonces diputado federal por el PAN, Miguel Ángel Yunes Linares, concedió una entrevista al periódico El Universal. En ella, el que hoy es gobernador de Veracruz denunció que en este estado los periodistas se encontraban padeciendo un alto grado de hostilidad proveniente del gobierno de Javier Duarte quien –dijo- “ha instaurado contra la prensa veracruzana ‘plata o plomo’, donde muchos aceptan dinero, pero quienes no, son asesinados”.
Y fue más allá:
- Hay 14 periodistas asesinados, eso no puede ser coincidencia. Eso es parte de toda una atmosfera que se creó de adversidad en contra de los periodistas.
Casi al terminar esa entrevista, Yunes Linares fue cuestionado sobre la posibilidad de ser, una vez más, candidato a la gubernatura de Veracruz:
- Yo voy a estar en la primera línea de batalla en esta lucha por el cambio. ¿Dónde? No sé. Si soy candidato muy bien, si no lo soy, como quiera voy estar ahí.
Y lo estuvo.
La reforma impulsada por Javier Duarte para hacer un período de transición, de apenas dos años de gobierno, no lo desanimó. “Echao palante” como suele ser, en lugar de ver el vaso medio vacío, lo vio medio lleno. “No son dos años, son ocho, y si los astros se alinean, tal vez 14”.
Y compitió en el 2016 por la mini-gubernatura, y con el discurso del odio, con el descrédito del gobierno de Duarte, logró imponerse a su primo-hermano Héctor Yunes. Y se olvidó de sus promesas de campaña; utilizó el mismo discurso (“la culpa de todo la tiene Duarte”) con el que logró sortear los primeros meses de su mandato.
Pero Javier Duarte cayó en la cárcel y el tiempo siguió corriendo… y los veracruzanos dejaron de “comprarle” el discurso antiduartista. Y se topó, de pronto, con los mismos retos de su antecesor y –fiel a su ADN- recurrió a los mismos argumentos absurdos.
Allá en el 2015, en la entrevista a El Universal, Yunes Linares criticaba las expresiones de Javier Duarte:
- “Voy hacer que se caigan las manzanas podridas”, puede ser un mensaje para sus amigos de la delincuencia organizada y decirles: “Oye ayúdame a que se caigan esas manzanas podridas”, que son los periodistas que lo critican, los que están en contra de él.
Y llegó su gobierno, y en año y medio de gestión ya suma cinco periodistas asesinados (Ricardo Monluí, Edwin Rivera, Cándido Ríos, Gumaro Pérez y Leobardo Vázquez) un promedio más alto que el que registró Javier Duarte.
Pero obcecado como ha sido toda su vida, Miguel Ángel Yunes Linares se niega a reconocer estos datos. De la misma forma en la que Duarte criminalizó a los comunicadores, ahora lo hace él:
- Un “halcón” de la delincuencia como Gumaro, Gumaro el de Acayucan. No era ningún periodista, era un halcón de la delincuencia y se demostró (…) Un caso similar es el de Cándido Ríos Vázquez (asesinado en Hueyapan de Ocampo en agosto del año pasado). Tampoco era periodista; el día de su muerte estaba conviviendo con el líder de Los Zetas en la región.
El analista del periódico El Universal, Jorge Luis Sierra, especialista en temas de seguridad, lo pinta así:
“En lugar de apoyo gubernamental, los periodistas reciben un trato degradante o criminalizante: ‘Su novio era narcotraficante’, ‘era taxista’, ‘vendía tacos’, ‘lo vieron platicando con un jefe criminal’, ‘era halcón’, ‘consumía drogas’, ‘se juntaba con psicópatas’. Estas son sólo algunas de las declaraciones abruptas de las autoridades estatales en México inmediatamente después del asesinato de un periodista. El discurso subyacente es que los periodistas se distraen de su profesión y que eso los pone en riesgo. Según la línea de pensamiento gubernamental, los ataques a periodistas, luego entonces, no están relacionados con la libertad de expresión”.
La más reciente ejecución de un periodista, la de Leobardo Vázquez Atzin en Gutiérrez Zamora, fue un ejemplo más de esta postura tramposa. La Fiscalía General del Estado (organismo supuestamente autónomo, pero que funciona siguiendo ciegamente las instrucciones del gobernador) priorizó en su comunicado oficial que la labor de la víctima era de “comerciante de comida”, lo que generó una ola de reclamos en el gremio.
El propio Yunes Linares salió en defensa del Fiscal al expresar:
- El hecho de dar a conocer que el señor se dedicaba a un negocio de comida no tiene nada de malo. Yo no sé por qué lo han querido satanizar. Es como si un periodista, además de tener la tarea de informar, se dedicara a dar clases; se dedica uno a atender un negocio de lo que sea. No tiene nada de malo.
La respuesta se la dio el Secretario Ejecutivo de la Comisión Estatal de Atención y protección de periodistas (CEAPP), Jorge Morales Vázquez:
- No es que no se pueda mencionar que se dedicara a otra actividad; la Fiscalía quiso minimizar, diluir su calidad de periodista y eso es contrario a sus protocolos, que establecen que si hubo un homicidio, de una persona que informaba, la principal línea de investigación debe ser por la que trabajaba, que era la actividad periodística y creo que ahí es errónea la forma en que la Fiscalía enfocó el caso. El hecho de que se dedicara -además de periodista- a vender tacos, no quiere decir que no era miembro de este gremio.
Miguel Ángel Yunes Márquez, quien hoy compite para ser el sucesor de su padre (y cumplir con aquella meta, de gobernar al menos ocho años) debe entender que la gran loza de su campaña es el propio gobernador. Su discurso de odio, de venganza, de peleador callejero, ya no tiene el mismo impacto. Un importante sector de la población cayó ya en el desencanto. Los veracruzanos descubrieron muy pronto que Yunes Linares representa la parte más oscura de la política, la de la traición, la del engaño, la de la corrupción.
Y ellos ya no quieren más de eso.
* * *
Epílogo.
Reveladora, sin duda, la conclusión a la que llegó el Orfis respecto al desvío de recursos en la Secretaría de Seguridad Pública, durante el gobierno de Javier Duarte. Luego de la revisión de las observaciones, el órgano fiscalizador determinó que no hay responsabilidad por parte de Arturo Bermúdez, ni de quien lo sustituyó en el cargo, José Nabor Nava. Si hay responsabilidad por parte de Alejandro Contreras Uscanga, quien fuera jefe de la Unidad Administrativa de la Secretaría de Seguridad Pública, y quien deberá cubrir una indemnización de 94 millones de pesos. Poco a poco va librando Arturo Bermúdez las batallas a las que lo ha sometido Miguel Ángel Yunes Linares.
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